Opinión

Edgar Fonseca, director de Al Día

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Para empezar… por los vericuetos de la Copa América: Uruguay bajó en un dos por tres a Argentina de su espejismo ante Costa Rica. Bien lo había advertido el mítico guardapalos argentino Hugo Orlando Gatti: “no hay que exagerar con el triunfo ante un combinado estudiantil tico”.

¿Y Colombia? Flor de un día, defraudó una vez más. El Bolillo no dio pie en bola…

Lo de Brasil, ayer, dio pena ajena. Los gigantes se quedan en el papel; los “astros” multimillonarios quedan debiendo.

Pero vamos a lo nuestro: un 83 por ciento de los aficionados se vuelca en apoyo a la gestión de Ricardo La Volpe.

Creen que debe permitírsele continuar con su plan, que llega a ocho meses; mucho decir en nuestro entorno cortoplacista. Tampoco creen en reventar procesos por resultados circunstanciales.

Este favor del público debería de ser analizado cuidadosamente por la cúpula de la Fedefútbol. No deberían dilapidarlo. Se impone, como lo ha anunciado La Volpe, un profundo análisis de los tres eventos en que se ha participado, Uncaf Copa de Oro y Copa América, extraer conclusiones y “ajustar tuercas” para la cercana eliminatoria.

La mayor duda salta en estos momentos con la escogencia de una nueva dirección en el fútbol nacional. No hay seguridad de que un remezón en la dirigencia vaya a garantizar continuidad a la era La Volpe. Se corre el riesgo de caer en el desorden y el caos tan constantes en nuestro fútbol.

Los dirigentes deberían leer los signos de la afición y las señales de los jugadores que han estado al mando de La Volpe y que avalan que siga.

En estas horas se necesita de los dirigentes las decisiones más sensatas para no echar por la borda lo que se ha avanzado aunque parezca poco, aunque parezca raquítico.

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