Enviado especial
La Plata, Argentina.- “Mirá Luis si la tenés para matar, ni lo pensés”, imagino que ese fue el consejo de Diego Forlán a Luis Suárez, minutos antes del compromiso.
Suárez lo escuchó, sonrió y le hizo caso, porque con dos tantos en el encuentro, cuatro en la Copa y su firma como máximo artillero del torneo, el “Pistolero” como le dicen al delantero, salió del partido a los 25 minutos del segundo tiempo, con el deber cumplido, llevó a Uruguay a la final.
Y mientras “Luisito”, como también le llaman los “charrúas” a Suárez, salía del campo, Forlán continuaba en la cancha, inmune a los gritos de algunos en las gradas, quienes coreaban: “Zaira, Zaira”, en alusión a su exnovia.
El “sí se puede, sí se puede”, de los incas al inicio del partido se apagó y apareció el “soy celeste, soy celeste” de los uruguayos cuando Suárez peló los dientes para festejar sus goles.
Buen juego anoche en La Plata, partido de concentración y sobre todo de hormonas.
Animados estaban los uruguayos en las gradas, cantaban y ondeaban banderas, ni siquiera el frío, los nueve grados celsius de temperatura que calaban hasta los huesos, lograron enfríar el ambiente.
En el primer tiempo Uruguay tuvo más la pelota, pero no encontró la forma de superar a la bien plantada defensa de Perú.
Los “Charrúas” llegaban por los costados con Álvaro González por derecha y Álvaro Pereira por izquierda, un avión, ese tipo de jugador que no hay en Costa Rica, de ida y vuelta.
Sube y lleva peligro, baja y mete pierna para ayudar en la marca. Perú ofreció poco en ofensiva, su arma es Juan Vargas, un tronco, por su contextura, pero que calidad y fuerza del inca. En el complemento, el “Pistolero” fue letal y con sus plomazos le dijo a los peruanos, ya basta de sorpresas.