La Tricolor no pudo cerrar con broche de oro lo que pintaba ser una noche redonda e histórica para el deporte costarricense.
Pues sí, lástimosamente se dejó empatar (2-2) en el suspiro del juego contra la selección de China, cuando todos los ticos se prestaban a levantar sus manos y gritar de alegría por la victoria.
Estoy seguro que luego del gol de Gao Lin (marcó los dos de los chinos) al 91, muchos deseamos que al asiático lo hubiesen convocado pero para el partido que disputó la otra selección mayor China, el viernes en Nueva Zelanda.
Como un balde de agua fría cayó ese tanto a los 35.000 aficionados que llenaron el nuevo estadio Nacional, en su inauguración, confiados en que la “Sele” sacaría pecho y no defraudaría en esta gran fiesta, pero no.
Nos desilusionó. Pensé por momentos que a los chinos que nos donaron esa “Joya” se les olvidó también regalarnos un balón, porque no teníamos posesión de pelota. Los asiáticos se adueñaron de la misma y nos pusieron en aprietos. La Tricolor se vio mal, no brilló, jugó feo, desentonó en la inauguración y en la despedida de Rolando Fonseca.
Los goles de Álvaro Saborío, al 38, y Randall el “Chiqui” Brenes, al 45, nos hicieron calmar los nervios que nos invadieron desde el pitazo inicial, pero todo se quedó en una ilusión.
El técnico Ricardo La Volpe, quien dirigía su primer juego en suelo tico, no escondió su molestia; por algo siempre estuvo inquieto, con sus manos cruzadas y haciendo constantemente gestos de desaprobación por lo que sucedía en la cancha. Todavía nos falta mucho, si se quiere hacer un buen papel en la Copa de Oro. Se encienden las luces de alerta. Es claro: hay demasiado por mejorar.
