Carlos Rivera, ingeniero civil de 71 años, halló en la exposición una NCU alemana de 1954, similar a la primera que él tuvo.
Recuerda que Puntarenas era el destino por excelencia en los paseos de verano. Primero lo llevaban como pasajero sus parientes, porque era menor de edad. Luego sacó la licencia en 1959 y compró una NCU alemana.
Al “Puerto” se iban varios motociclistas por lo que entonces era un camino de lastre. De San Ramón en adelante la vía era de piedras.
“Una vez se nos desinfló una llanta y como en ese tiempo había que desarmar mucho para sacarla, se nos hizo de noche y con aquel frío tuvimos que ir hasta Esparta (así se llamaba) para arreglarla”.
Desde Guadalupe a Puntarenas duraban dos horas capeándose los huecos y buscando los trillos de piedra que estuvieran mejor. No existía el casco y solo usaban unos anteojos y “jacket” de cuero.
También recordó una visita al volcán Irazú, donde una vez tuvo que caminar mucho porque la NCU quedó sin aceite.
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