Presbítero / asaenz@liturgo.org
Hoy empieza un nuevo año litúrgico. El evangelio nos recuerda que debemos ser liberados de nuestros dolores, pobrezas y angustias. Jesús nos dará esa libertad urgida, pero no sabemos cuándo vendrá. Por ello hay que estar en vigilia, despiertos y atentos, para que no nos encuentre dormidos.
Jesús dice: “Tengan cuidado y estén prevenidos”, y agrega: “no saben cuándo llegará el momento”. Y se compara con uno que sale de viaje y deja todo al cuidado de sus servidores. Cuando regrese quiere encontrarlo todo en orden y a sus criados haciendo lo que les encargó. Pero como ni los criados ni el portero saben cuándo llegará el amo, deben esperarlo.
“Estar prevenidos” resume y da sentido al Adviento. La Navidad fue robada por dioses falsos: consumo, placeres, fiesta excesiva y superficial. Los creyentes sabemos que la Navidad no empieza sino el 24 de diciembre. Si el mundo está ya en su Navidad, el creyente sabe que en Adviento debe saber esperar y que esa llegada del Señor exige prepararse.
Lo primero a preparar es la segunda venida de Cristo en gloria, al final de los tiempos. Como no sabemos “cuándo llegará el dueño de casa, la cosa está en no dormirnos. Es como una mujer en el noveno mes del proceso. Está feliz de que llegue la hora, pero teme al parto.
Que el Señor, que llega de improviso, no nos encuentre dormidos. Aprovechamos y, en estos días, serenemos el corazón, fortaleciendo el espíritu. No confundamos los tiempos. Jesús que nos reitera con profundo amor lo que es urgente: “¡Estén prevenidos!”.
Ya podremos vivir la Navidad. Que estos primeros días del Adviento sean días de espera ansiosa. Cristo nos ha dejado cosas que hacer y no las hemos hecho. Vayamos a evangelizar. ¡Estemos prevenidos! Cristo viene.