Periodista
Cada cierto tiempo se suelta ‘la bola’ de que vendrán tres días de oscuridad donde al final de los cuales se acabará el mundo...
Entonces los penitentes temerosos, hacen ayunos y promesas, los descreídos desaforados, consumen las últimas mieles y los de en medio, pecamos y rezamos para empatar.
Este fin de semana, ante la ya popular y ajena costumbre del Viernes Negro, el comercio tico aprovechó y extendió las promociones y rebajas más allá del “Black Friday” y como Angélica María nos cantó: “Sábado y domingo te espero por allí, sábado y domingo te quiero hacer feliz”.
El propio viernes hubo clientes que amanecieron en los grandes almacenes de electrodomésticos para iluminar sus días de oscuridad con pantallas planas, “laptops”, tabletas y celulares a precios apocalípticos y alucinantes, todo un mensaje para quienes viven del comercio y que deberían considerar de vez en vez que las bajas en las ventas “no es falta de cariño”, es falta de plata.
Y ayer y hoy en los comercios del centro y de los pueblos, los altavoces con gritos impostados invitándonos a entrar con sus “¡Pase, aproveche, adelante su Navidad, grandes descuentos, todo rebajado en nuestro ‘Viernes Negro’” (aunque fuera sábado y domingo), nos aturdieron con su volumen o con precios que hablando claro, deberían ser los razonables de todo el año.
Tres días de oscuridad que nos llenaron de la ilusión pasajera, pero al fin y al cabo necesaria de tener más chunches, pijamas nuevas y zapatos para estrenar.
¿Que hay otras prioridades?
¡Qué importa el mundo se va acabar!
