Nada más eche un vistazo: páginas, cuñas de radio y “spots” televisivos anuncian con bombos y platillos los descuentos por inventario. Dentro de un mes se anunciarán también las opciones de crédito y de apartados para sus compras de fin de año.
En diciembre, el sector que recibe aguinaldo y hasta el que no, sacará maestrías mentales en cálculo para que rinda la plata, porque es sabido e histórico que la Navidad es carísima aunque conmemore que un rey nació, como el más pobre entre los pobres.
Y en enero, las compra y ventas que casi no necesitan publicidad, llenarán sus bodegas con mercadería recién apartada, adquirida a plazos o al contado, dando poco por mucho a quienes alucinaron con las bombillas multicolores y tiraron más de una cana al aire y que, como el resto del mundo, deben enfrentar la empinada cuesta de enero.
Soñemos.
¿No sería fantástico que para aprovechar tantas ofertas fabulosas de octubre, hubiese un pago de aguinaldo al mismo tiempo empatando así necesidades y servicios?
¿No sería posible que el esperado aguinaldo se quedara un ratico con las familias y no del lado de las facturas y las deudas?
Como el “Chirriche” o como el “Malacrianza” salimos a enfrentar acreedores, regalos, marchamos, multas, compras, vacaciones y “piquillos” que vienen desde marzo, con un ahorro que espera con terror a ser pulverizado como un chancho de barro.
Es un tema de rotos y descosidos donde soñar, que siempre es gratis, no cabe de ninguna forma.
Por eso, ¡en nombre del cielo, les pido posada!
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