Un dolor intenso en el pecho como el que jamás había sentido, sumado a un adormecimiento en un brazo, le hicieron tambalear y caer al suelo. Pensó que moría.
Luego de jugar baloncesto por una hora, Ricardo Toledo, exdiputado, sufrió un infarto en abril de 2008 que le cambió por completo la vida. (Ver nota aparte).
El cigarrillo, pero sobre todo el estrés por situaciones que vivió antes del evento, le produjeron esa dolorosa pero fructífera experiencia, de la cual aprendió.
Toledo tuvo suerte de salir con vida del infarto, no así 15 costarricenses que, en promedio, mueren al día en Costa Rica debido a enfermedades cardiovasculares.
Estos males son la primera causa de muerte en el país, tanto en hombres como en mujeres. Estas últimas tienen el mismo riesgo después de la menopausia.
Según datos de la Caja Costarricense de Seguro Social, en 2010, fallecieron 5.422 personas, un 7,1 por ciento más de muertes con respecto al 2006. La edad promedio al morir es de 72 años.
Debido a estos padecimientos se otorgaron, en ese mismo año, 266.919 días de incapacidad (3% del total de días otorgados).
Solo en atención de estas enfermedades, la CCSS destinó ¢86.980 millones el año anterior y para este la proyección de inversión es de ¢93 mil millones.
Conjunto de riesgos
La mala alimentación, sedentarismo, fumado y estrés son algunos factores que llevan a padecer hipertensión arterial, altos niveles de colesterol y diabetes, lo que a su vez enferma al corazón.
El jueves 29 de setiembre se celebró el Día Mundial del Corazón, oportunidad que aprovechan los expertos para abogar por un cambio en el estilo de vida.
Vivien Araya, cardióloga especialista en arritmias cardiacas y miembro de la Asociación Costarricense de Cardiología, dijo que los males cardiovasculares se deben, en su mayoría, a mala circulación de las arterias coronarias.
“Estas son las muertes que se pueden prevenir teniendo estilos de vida sanos y fomentando hábitos en tres esferas: alimentación, ejercicio y salud mental”, dijo.
Los pacientes que han sufrido un evento deben, además de cambiar sus hábitos, efectuarse un ultrasonido del corazón para determinar en qué condición quedó el órgano y conocer la capacidad de bombeo, lo que se conoce como fracción de eyección.
Muerte repentina
La forma más frecuente de morir del corazón es por muerte súbita, la cual sorprende, por lo general, a personas en apariencia saludables y jóvenes.
La diferencia de la muerte súbita con un infarto es que en la primera no hay dolor; la persona solo se desvanece y muere. En el infarto se experimenta mucho dolor.
La muerte súbita cardíaca es un fallo repentino y sin aviso en el sistema eléctrico del corazón, que hace que pierda su ritmo usual y entre en una especie de vibración caótica, conocida como fibrilación. Eso impide el adecuado bombeo de sangre y oxígeno hacia del cerebro y otros órganos vitales, lo que produce la muerte casi de inmediato.
En personas menores de 40 años, ese daño se debe principalmente a trastornos heredados o genéticos y se puede manifestar en niños, adolescentes o jóvenes.
En mayores de 40, este tipo de muerte ocurre por mala circulación en las arterias del corazón. Esto hace que se oxigenen más las fibras eléctricas provocando la arritmia y la muerte súbita.
“De todas las formas de morir del corazón, la muerte súbita ocupa un 50 por ciento. En el resto están los infartos e insuficiencia cardíaca”, aseveró Araya.
La especialista explicó que la muerte súbita se puede prevenir mediante chequeos médicos, sobre todo si en la familia hay antecedentes de estas muertes.
En pacientes con riesgo se coloca un Desfibrilador Automático Implantable (DAI) que detecta y trata las arritmias del corazón.
El desfibrilador monitorea la actividad eléctrica del corazón y cuando es anormal, produce una descarga eléctrica que restablece su funcionamiento.
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