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Domingo 2 de octubre de 2011, Costa Rica

Tiendas de antaño en el centro de San José

Retadoras del tiempo y con más bríos

Hugo Solano

hsolano@aldia.co.cr

Ni las compras por Internet ni el crecimiento de los “Mall” pudieron contra la tradición. Añosas pero pujantes, varias tiendas josefinas, visitadas por los tatarabuelos y abuelos, siguen en pie.

Las callejuelas josefinas de lastre recorridas por carretas de bueyes y carretones tirados por caballos alrededor de la Plaza de La Artillería, –actual Banco Central– las vieron nacer.

Emigrantes italianos, alemanes y algunos ticos fundaron estas tiendas de antaño.

Poco después, dueños y clientes vieron pasar el tranvía y los primeros automóviles de marcas como Ford y Chevrolet, que incursionaban a la capital.

Presidía el país Bernardo Soto Alfaro (1886-1890) cuando en 1888 arribó Sante Scaglietti, sastre italiano nacido en Novellara que meses atrás laboró como enfermero en la construcción del Canal de Panamá. De ahí salió al declararse la fiebre amarilla.

En el mismo lugar donde hoy está la Sastrería Scaglietti, al costado este del Banco Central, fundó lo que en aquel tiempo se llamó Sastrería Italiana. Una de las primeras facturas deja ver que un saco costaba 45 céntimos y un pantalón 12 céntimos.

Hace unos 90 años, otro italiano (Nicolás Feoli) fundó la tienda que lleva su apellido. Primero estuvo ubicada en avenida segunda, diagonal al Banco de Costa Rica, pero un incendio la consumió en 1967 y se trasladó al sitio donde permanece hace 44 años; 50 metros al norte de la Catedral.

Luis Mainieri Aronne dejó su tierra en Morano, al sur de Italia y fundó en 1943 la tienda que lleva sus apellidos frente a la Universal, en la avenida central.

La tienda Simón, al costado sur del Banco Central, es otra de las veteranas y al igual que las otras lleva el apellido de los fundadores. El administrador, del mismo apellido, explicó que la tienda tiene unos 65 años.

Inició como una tienda muy pequeña y siempre ha sido de costarricenses, sostuvo.

Bajaban del tranvía a comprar

El gerente (no dijo su nombre) recordó a quienes bajaban del tranvía a comprar. Los rieles quedaron sepultados bajo el asfalto y los adoquines, puestos cuando se cerró el paso vehicular en la avenida central.

Isabel Azofeifa, tibaseña de 80 años y amante de la costura, dice que desde los ocho años buscaba telas y recorría esas tiendas y otras como El Ibis, La Ópera, La Favorita y el Bazar San José.

Carlos Federspiel y su esposa, ambos de origen alemán, fundaron con un socio tico, en 1926, otro negocio que llegó a la avenida central para quedarse. Se llamaba papelería e imprenta Universal y hoy es una cadena de tiendas. Fue la primera con autoservicio y con gradas eléctricas. También importó las primeras máquinas de escribir.