Domingo 23 de octubre de 2011, Costa Rica

Malabarista

Rodolfo Castillo

Patricia Recio

arecio@aldia.co.cr

De alma libre y apasionado por las artes, un día se cansó de trabajar bajo el “yugo” de un jefe y decidió buscar en la calle su sustento y su felicidad.

“Cuando tenía 15 años vi a unos chicos en un semáforo con una técnica muy curiosa, en la que ponían unas telas y les tiraban plata. Fue ahí donde yo dije que eso era lo que quería hacer”, recordó Rodolfo Castillo.

Así fue como cinco años después empezó como artesano y luego se dedicó a mostrar circo en los semáforos y parques.

Según contó este joven artista, quien hoy tiene su propia compañía circense, aprender a hacer malabares y consolidarse en este oficio le llevó unos cuatro años.

Aunque no es de sus presentaciones favoritas, es consciente de que los espectáculos con fuego son los que más agradan a la gente.

Aseguró que aprender la técnica no es tan difícil como parece pero tiene sus trucos.

“Tienes que aprender la base en malabares primero y de ahí te pasas a los mismos malabares con fuego”, contó.

Rodolfo explicó que hacer malabares con fuego no es lo mismo que escupir fuego, ya que ésto último es perjudicial para la salud, por lo que al igual que muchos han dejado de hacerlo y se dedican únicamente a realizar malabares con fuego sin usar la boca.

Su particular oficio lo llevó a recorrer países como México, Guatemala, Nicaragua, Panamá y Colombia, en todos estos anduvo presentándose solo o en grupo en semáforos y uno que otro evento.

Aseguró que el mejor país para hacer circo de la calle es México, pero en Costa Rica son bien recibidos.

“Cuando llegas a un pueblo lo primero que hay que hacer es ubicar un buen semáforo, para eso nos basamos en la cantidad de tiempo que dura el semáforo y la cantidad de carros”, explicó.

Trabajar en la calle, según dijo, tiene cosas buenas y malas, recordó que en ocasiones le han dado hasta billetes de ¢10 mil y en Panamá $50 (¢25mil) pero en otra ocasión por ejemplo le aplastaron su clavas (los bolos que lanza al aire) y a algunos compañeros hasta los han atropellado.

Fue ofreciendo estos espectáculos como conoció a su esposa Margarita, quien también es artista y es su socia en el circo “Manos Arriba”, con el que presentan desde títeres hasta teatro negro y luces, mimos, zancos, malabares y payasos.