La historia de Herman Webster Mudgett, también conocido de H.H. Holmes, parece sacada de una película de terror donde la imaginación y el instinto asesino para crear verdaderas trampas mortales fueron protagonistas.
Holmes fue uno de los primeros asesinos en serie de Norteamérica. Según cita el sitio asesinosseriales.net se cree que capturó y asesinó unas 200 personas, todas huéspedes del hotel que construyó en Chicago.
El hotel fue terminado en 1892 justo antes de la famosa Exposición de Chicago que traería a la ciudad miles de visitantes.
Durante los seis meses que duró, la fábrica de matar del Dr. Holmes pasó sin vacantes.
Holmes escogía bien a sus víctimas , tenían que ser ricas, jóvenes, guapas y estar solas.
El hotel que construyó a base de estafar y engañar mujeres a las que conquistaba y robaba su fortuna, llegó a ser llamado “El castillo de la muerte”, pues su perversa mente ideó una mansión llena de trampas que iban desde escaleras que no llevaban a ningún lado, habitaciones secretas, puertas corredizas, laberintos y pasillos secretos desde los cuales, por unas ventanillas visuales disimuladas en las paredes, el doctor podía observar a sus clientas.
Según el sitio tejiendoelmundo.com, con sólo abrir unos grifos de gas, podía finalmente, sin desplazarse, asfixiar a los ocupantes de unas cuantas habitaciones.
Además tenía máquinas de tortura y realizaba pervertidos juegos que se basaban en atar a sus víctimas colgando de los brazos y bajarlas lentamente a un pozo lleno con ácido. También era normal que practicara “autopsias” a personas aún con vida.
Entre las máquinas sádicas instaladas por el ingenioso doctor, una de ellas llamó particularmente la atención de los periodistas. Era un autómata que permitía cosquillear la planta de los pies de las víctimas hasta hacerles literalmente morir de risa.
Los crímenes de Holmes fueron descubiertos por su propia avaricia, según cita Wikipedia, cuando sus ingresos bajaron, incendió el primer piso del hotel, tras la investigación se descubrió su estafa a esto se sumó el asesinato de un socio y la familia éste, y varias investigaciones que lo llevó a confesar sus crímenes.
Mente criminal De pequeño padeció del abuso de otros niños por ser solitario. Contó que una vez los chicos lo forzaron a ver y tocar un esqueleto humano. Tras lo que nació en él la fascinación por cadáveres.