Nacionales
Domingo 12 de agosto de 2012, Costa Rica

Cosas de la vida

Una segunda Navidad merecida

Ana Coralia Fernández Arias

Periodista

El Día de la Madre siempre nos llega como una segunda Navidad o un adelanto de la que viene, según se quiera ver.saenz@liturgo.org.

Igual se preparan regalos y corazones para festejar a quienes nos dieron la vida y - ¿por qué no decirlo?- hasta han dado la suya de a poquitos o en un solo pago por vernos respirar y darle un buen ciudadano al mundo.

Es un rol indescriptible esto de ser mamá. Una vez que nacen, los hijos no tienen ni idea de con quién se están metiendo cuando ingenuos, desafían con sus ansias de romper los límites, a ese gigante dormido que habita en toda madre, de esta o de cualquier otra galaxia.

¿Por qué se nos dio a las mujeres el don? Por valientes, astutas, trabajadoras y testarudas. (Había que oír a mi madre repitiéndome 101 veces la trapeada por llegar tarde a casa).

Pero también reconozco que cuando los varones asumen el papel de mamá por diferentes razones, van sacando la tarea y eso es digno de respeto.

En Costa Rica es una fiesta que se celebra con mucho cariño y entusiasmo, aunque los regalitos de verdad distan mucho de los maravillosos de la tele que uno quisiera dar y que por estar el chanchito anémico, no se puede.

Pero valga el pedacito de columna que me queda para enviar un inmenso beso de hija a todas las mamás que habitan esta tierra, por trabajadoras, responsables, confiables, drásticas, preocupadas, constantes, enojadas y alegres, fatigadas y despiertas, vivitas y coleando o descansando allá en el camposanto.

Es una fecha que divide el año en dos y que es un respiro en medio de tanto fantasma que persigue sin tregua a nuestros hijos.