Al igual que los niños los adultos deben empezar poco a poco a perder sus temores en el agua.
Como todo al principio no es fácil, pues muchos pueden arrastrar experiencias traumáticas. Sin embargo, con paciencia, constancia y disciplina se puede salir adelante.
Eso sí, los adultos que desean aprender a nadar deben tratar de encontrar un entrenador que los comprenda y se ponga en sus “zapatos”, dijo Failer Pinkay, instructor de Aquanauta en Curridabat y Sabanilla.
Muchas veces la gente se resiste aprender porque de niños fueron atemorizados o poco estimulados y por eso en las primeras lecciones se aconseja solo un pequeño acercamiento con el agua.
“Hay que empezar despacio de esa forma pueden tomar más rápido confianza. Y si tienen al instructor con ellos en el agua el proceso se acelera”, destacó Pinkay.
Burbujas son la clave
Uno de los principales miedos que impide a la gente meterse a la piscina o el mar es el quedarse sin oxígeno.
Según el licenciado en educación física, José Ángel Peñaloza, ese temor es palpable y por ese motivo en sus primeras clases les enseña a hacer burbujas para que vayan aprendiendo a respirar.
Generalmente, deben sostener el aire, hacer burbujas y en el último suspiro sacar la cabeza.
Ya después se empieza a trabajar el deslizamiento por la piscina para su seguridad, dijo Peñaloza.
Si la persona no ha sufrido un trauma puede quitarse el miedo a nadar en tres meses asistiendo a clases dos tres veces por semana, destacó Pinkay. Agregó que la gente debe realizarse un chequeo médico previo a iniciar cualquier rutina.