Domingo 3 de junio de 2012, Costa Rica

Rigoberto Alfaro, humorista nacional

“Gallina” en su propio caldo

Rodolfo Rodríguez L.

rodolfo.rodriguez@aldia.co.cr

Sus ocurrencias casi sacadas de otra dimensión hacen reír a todos los radioescuchas por las mañanas en Omega.

Con un don de humildad muy particular ligado al humor, Rigoberto Alfaro o mejor dicho “Gallina”, abrió su corazón y contó en detalle desde las penurias vividas en su infancia, hasta las alegrías de las que hoy disfruta.

¿De dónde viene Rigoberto?

De un pueblo llamado Cebadilla de Turrúcares en Alajuela. Soy completamente de pueblo, acostumbrado a ordeñar y arrear vacas, desde chiquitillo a las cuatro de la madrugada en una finquita de la familia. Ya cerca de los 11 años nos vinimos a San José.

¿Es de los que prefiere no hablar de las penas vividas?

¡Jamás!. Esas cosas más bien las veo para crecer. Una de mis penurias fue que mi papá (Rigoberto Alfaro) antes consumía mucho alcohol y no había para pagar la casa, entonces pasar cuatro meses en un lugar era un récord. Nos pasaban corriendo, gracias a Dios él ya superó ese mal; pero sí había que acostumbrarse a comer lo que Dios nos deparaba, no había mucho lujo.

¿Cuáles trabajos ha tenido?

Trabajé en muchas cosas. Cortaba zacate en el barrio, pintaba casas, techos, pero era medio bruto porque lo hacía al medio día y quedaba como un camarón de rojo (risas). También recogía medicamentos a vecinos y hacía favores.

¿Quién fue su padrino en el humor?

El “Porcionzón” (Carlos Ramos), tengo mucho que agradecerle a él. Cuando era adolescente me empezó a llevar a los “shows” a instalar el sonido y ya después Carlos Álvarez me dio la oportunidad en la radio, ya llevo seis años. Tengo que decir que la raíz del humor viene de mi mamá (Laura Córdoba), ella es muy jovial.

De no estar en la radio, ¿dónde cree que estaría hoy?

Habría sido modelo (risas). El otro día tuve una conversación con Bryan Ruiz porque fuimos compañeros en el colegio y le dije que gracias a Dios nos dio un talento, porque no sabríamos dónde estaríamos, creo que estaría en la parte de ingeniería de sonido.

¿Hay alguna cosa que siempre había querido tener, pero hasta ahora pudo comprar?

Definitivamente comprarme mi propio carro del año sin deber nada y poder lavarlo, también tenía el anhelo de poder remodelarle la casa a mi mamá y ya lo logré.

¿Lo han encarado alguna vez por contar un chiste?

No, eso no me ha pasado nunca gracias a Dios.

¿Para qué cosas es literalmente una “gallina”?

Para las inyecciones desde que era pequeñito, también para los pleitos. Además no soy nada diestro para pelear tampoco, eso me da miedo, prefiero alejarme y por último los aviones.

¿Qué le falta por hacer en la vida?

Quiero crecer más en esto del humor, si se pudiera internacionalmente. Pero todo es un proceso, sueño con el día de hacerme cargo de mi mamá y la casa en general, porque ella trabaja como policía y me gustaría que dejara algún día ese trabajo.

¿Es noviero?

Siempre fui noviero, pero con este “pichel” no tenía muchas opciones la verdad (risas). Actualmente tengo novia, llevamos casi dos años, ella se llama Maricel Ruiz, la conocí en una actividad del “Manicomio de la Risa”.

¿Tiene otras ocupaciones?

También trabajo con una gente que vende productos naturales para adelgazar.

¿Tiene todavía la meta de bajar de peso?

Siempre en la lucha, llevo como año y medio, ahora uno ve un restaurante de comida rápida en cada esquina y si usted no se cuida rapidito comienza a engordar. Corro 30 minutos diaros con mi novia y participo en las carreras de los fines de semana de 10 kilómetros.

¿Cómo se divierte?

Me gusta mucho jugar Play Station y otros deportes como fútbol o el baloncesto.

¿Qué lo pone serio?

Cuando la gente me quiere tomar el pelo, cuando me ven como un charlatán, en realidad la falta de respeto no la tolero.

¿Existe una verdadera “doña Caroline” o “Gallina”?

“Gallina” es más que todo por las experiencias vividas y el entorno en el que uno creció. Sí existen, pero son varias, he tomado de muchas personas y “doña Caroline” es idea de una señora llamada “doña Ceci” que nos llamaba de San Carlos y tenía el mismo tono, de ahí tomamos la idea.

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Audio de la nota

Escuche a Rigoberto, en su personaje de Medford. Audio: cortesía.

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