Tengo 49 años, un año de viudez y una hija de 12 años. Mi hija es adoptada (recién nacida) y es de carácter firme. Quisiera una estrategia para manejar mi circunstancia actual de la mejor manera posible.
En un caso así, de duelo por separación, ya sea por muerte, por viaje, por estudios, o por una ruptura amorosa, lo primero que hay que hacer es reconocer la condición, aceptar que a pesar de tratar de ser fuertes, para que el resto del mundo “no se caiga”, por dentro somos personas sensibles, que nos cansamos y necesitamos llorar, botar el dolor, volver a replantearnos quiénes somos ahora, en la soledad, qué vamos a hacer con nuestra vida, cumpliendo con el propósito con el cual hemos nacido para autorealizarnos como seres humanos y espirituales. Por eso, no repriman sus sentimientos y estados de ánimo, mejor aprendan a canalizarlos, busquen espacios a solas, y luego juntas. Lloren, abrácense, pero vayan evolucionando de tener un concepto de abandonadas a mujeres que se aman. Busquen espacios para el buen humor, hacer ejercicio diario es el único antidepresivo natural, asistan a actividades espirituales que las reconforten y aumenten su fe.
