San Francisco de Dos Ríos. “A mí el vicio me consumió. Amanecía donde me agarrara la noche”. Con una pelota en sus manos, Óscar Morera recuerda la vida que llevaba un año atrás, metido en un círculo al que muchos entran pero pocos salen: la droga.
Él es uno de los siete costarricenses que integran la selección nacional que a partir del domingo disputará el Mundial de Fútbol Calle en París, Francia.
Fueron escogidos por su desempeño en un torneo local exclusivo para hombres con problemas de indigencia y drogadicción. Por ello, en suelo parisino no encontrarán estrellas ni lujos, sino empeño y deseos de superación. En este certamen los rivales tienen un hilo en común: son personas sin hogar que viven o han vivido en la calle.
Vender, consumir y drogarse...
“Estos muchachos se financiaban su vicio, vendían la droga y la consumían, unos para tener lujos y otros solo para drogarse”, explicó su entrenador José Luis Monge. Según él, a diferencia de las dos experiencias previas (Italia 2009 y Brasil 2010), ninguno de los jugadores estuvo en la cárcel o cometió faltas graves.
“Ya aprendí la lección, en años anteriores tuvimos gente complicada y la verdad, fue muy difícil manejarlos”, contó.
El código de conducta será a rajatabla: “A ninguno se le permitirá fumar y menos beber una cerveza. Tienen que cuidar su lenguaje y comportarse a la altura de una selección nacional”.
Monge les habló claro a sus pupilos: “Yo no les creo el Padre Nuestro hincados, tienen que demostrármelo”. Enfatizó en que una vez que regresen de Francia, la idea es formar un club que compita en la liga de fútbol sala y demostrar con el ejemplo que los vicios pueden perder por goleada.
