Deportes
Jueves 1 de diciembre de 2011, Costa Rica
Pasión por el deporte

Daniel Casas Lago, se aparta del fútbol para acercarse a su familia que atraviesa días de congoja

Retiro temporal

Rodolfo Martín

rmartin@aldia.co.cr

San Carlos,Alajuela. Circunstancias familiares, sin que ello signifique querer mostrarse como una víctima ni mucho menos, porque ese no es su estilo, impulsaron a Daniel Casas Lago a dejar la dirección del equipo de San Carlos cuando aún le restaba un año de contrato.

“¡Esto no ha sido fácil! ¿Lo nota en mi cara? Por lo general a un técnico lo sacan a patadas del club, yo me voy por razones personales”, expresó el técnico, quien la semana entrante cumplirá los 50 años.

Casas estima y, lo expresa con voz entrecortada, que tras casi 31 años de ininterrumpida carrera profesional como futbolista y entrenador, llegó el momento de hacer un alto para –de alguna manera – estar al lado y acompañar a quienes durante estas tres décadas se sacrificaron amorosa y calladamente para que él pudiera triunfar.

“Desde los 16 años tengo una gran amiga, algo que entendí muy tarde. Esa persona, el ser más incondicional del mundo, es mi esposa Marcela”, dijo en el estadio Carlos Ugalde, horas antes del juego contra Herediano.

Ella vive momentos de aflicción porque tiene enfermos a su mamá y un hermano que la obligaron a viajar Montevideo, Uruguay, donde son originarios.

Daniel, mientras tanto, también vive una situación parecida con su hermano Julio, quien acaba de dejar el Hospital México donde permaneció internado durante casi cinco meses.

Este hermano, que se recupera de “a poquititos… poquititos”, es mayor que Daniel y tiene ocho años de vivir en Costa Rica.

Lo califica como “una de las más grandes personas de este mundo” o bien, como “ese ángel que todos tenemos cerca”.

“Los afectos no tienen precio ni tampoco la incondicional solidaridad que me ha dado mi familia. No importa el dinero que dejo de ganar al renunciar a ese año que me quedaba con San Carlos. Llegó la hora, de volcarme sobre ellos, no porque me lo hayan pedido sino porque yo lo siento. No soy doctor, pero estaré a su lado con unos hombros en los cuales podrán apoyarse”, manifestó.

Uno también, agregó, aprende de estas personas. Lo que tengo, se lo debo a ellos, independientemente de mis condiciones naturales y el profesionalismo con que asumí esta carrera.

“Jamás lloraré por el dinero que dejé de ganarme. Ahora debo ser honesto con mi familia”.

Próximos días

Al preguntarle acerca de cuándo viajará a Montevideo respondió que depende de la convalecencia que tenga el hermano, quien antes había sufrido cuatro o cinco recaídas.

Además de su esposa, Daniel tiene una hija Alexandra quien le ha dado dos nietos Byron y José Daniel a quienes “me los prestan para que los vea una vez a la semana”. La familia vive en Heredia donde abrieron varios negocios.

El entrenador, según él mismo lo confesó, proviene de una familia de clase media pobre de Montevideo.

El padre era operario en una compañía y la madre ama de casa hasta que los problemas provocados por la tiranía uruguaya de los años 70 la hizo salir a trabajar.

El papá era mecánico y, por eso Julio también se inclinó por ese oficio.

“Comíamos y gracias a Dios. En el verano tenía que trabajar para comprarme ropa. Podíamos andar descalzos, pero todos íbamos a la escuela. Nunca nos faltó la educación”, recordó.

En su lugar, la junta directiva del San Carlos nombró a Marvin Solano que por esa razón dejó la dirección técnica del Santos.

“No lo conozco. Ojalá pueda hacer más de lo que nosotros hicimos y sepa manejar este grupo como lo manejamos nosotros”, respondió Casas al consultarle su opinión sobre su reemplazo.

Advirtió: “que sepa que tiene un grupo con expectativas altísimas, que sabe cual es la forma de encarar ciertas circunstancias y que le sepa entrar como lo supimos entrar nosotros”.