¡Qué lindo es el fútbol! Observaba el encuentro Real Madrid y Barcelona y llegué hasta el Adn de este maravilloso deporte. Es trabajo en equipo, compañerismo, lealtad, compromiso y tantas cualidades -físicas, mentales y del alma- que se aglutinan alrededor de una meta colectiva.
El segundo tiempo del cuadro culé fue una sinfonía de Beethoven, una pintura de Velásquez, una escultura de Miguel Ángel, un invento de Da Vinci, una idea de Steve Jobs, una reflexión de Ortega y Gasset, una inspiración de John Lenon, una jugada de Pelé, un humorismo de Guareschi, un atardecer en Machu Pichu, un poema de Pablo Neruda y un libro de García Márquez y Vargas Llosa.
¡Qué manera! Pase pie a pie hasta enloquecer al rival, precisión de torno digital, motivación de predicador a las puertas del cielo, fineza de perlas de ostra. Es un gran privilegio presenciar estos encuentros de arte-futbol que el Barça nos regala bajo la tutela de un entrenador joven, valeroso, aguerrido y audaz. Lo mejor: es la “bestia negra” de ese patán portugués, quien tuvo el descaro de no reconocer el baile que le montaron y achacó el excelente desempeño a la suerte.
La diosa fortuna se queda para la lotería. En las transmisiones de televisión internacional mostraron cómo en el tercer gol, Fábregas recuperó la bola en su zona defensiva y tres pases más tarde apareció cabeceando el preciso centro de Alves.
Fue planificación, trabajo, estrategia, calidad, sapiencia y profesionalismo, cualidades que la mezquindad y miopía del técnico del Madrid no lo dejan observar.
El Barcelona crea magia. Es la que vuela e impregna y vaporiza a todo el planeta con su belleza, encanto y poder.
Si el balompié se practica como lo hace el Barcelona es una adicción.
PD: este domingo tendremos nuevo campeón costarricense (y ojalá que sea el mío).
