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Sábado 30 de julio de 2011, San José, Costa Rica
Pasión por el deporte

En tierra cafetera

El señor del marcapasos que trabaja 18 horas diarias

Esteban Cuvardic

Enviado

ecuvardic@aldia.co.cr

Su nombre es Rafael Gómez. Es el jefe de saloneros del hotel Escorial, en Manizales, donde nos alojamos.

Nunca he visto un empleado tan atento en mi vida.

“Sí señor, con mucho gusto, claro que sí, desde luego, en un momento”, frases que salen de su boca a cada rato.

Pero no es empalagoso. Es atento sin caer en el exceso.

Don Rafael nos contó ayer que comienza a trabajar a las 6 a.m. y que termina cerca de la medianoche. Sí: ¡18 horas! Y es cierto, lo hemos comprobado con nuestros ojos.

-“¿Pero, acaso usted no tiene familia?”, le preguntamos.

- Pues sí – contestó – pero es que mis hijos ya están grandes y trabajan.

Lo que no me atreví fue preguntarle si tenía mujer.

Si no tiene, pues por ahí entiendo el por qué de su maratónica jornada laboral.

Pero, ¿y si tiene mujer? ¡Pues no la ve ni en pintura! ¿Y no le habrá pedido el divorcio?

Bueno, eso son conjeturas.

Eso sí, cuando en la noche está a punto de terminar su labor, el cansancio hace que tenga cara “de loco”, pues es un ser humano, no una máquina al estilo de Terminator que puede vigilar toda una noche la ventana sin mover ni un centímetro de su cuerpo.

-¿“No le molesta trabajar tantas horas?, ¡usted casi no tiene tiempo libre!”, le dijimos.

-Lo importante es que tengo trabajo. Y como soy jefe de saloneros, pues siempre quiero que todo esté bien, que los clientes estén bien atendidos.

Y así lo hace, ya sea en el restaurante ubicado en el segundo piso, o llevando comida a las habitaciones.

El ejemplo de don Rafael es más llamativo aún, pues tiene un marcapasos.

-“Creo que por eso es tan acelerado”, nos dijo con una sonrisa uno de sus empleados.

Gómez es tan, pero tan atento, que ayer a las 9:30 a.m. nos llamó a la habitación – todavía estábamos dormidos -, preocupado porque el desayuno finalizaba a las 10 a.m.

-“Seguro les pasó algo”, debió pensar.