El dolor de haber perdido a su hermana, Cristina Solís, de 27 años y a su sobrino, Sebastián Porras, de 4 años, está tan latente como el día en que ocurrió la tragedia.
“Parte de mi vida se fue en un minuto. Fue despertar, escuchar un estruendo y ver que la casa de mis familiares ya no estaba”, dijo Solís.
Ella visitó lo que quedó de Calle Lajas el miércoles e inevitablemente las lágrimas brotaron.
Vivió 12 años ahí y aunque su casa quedó en pie, se fue del lugar. También perdió a su suegro y dos cuñados.
La peor “tortura” para su familia fue que el cuerpo de Cristina apareció casi dos meses después de la avalancha, 11 de enero de 2011.
“Hoy (miércoles, día de la entrevista) es como estar viviendo ese día. Dicen que el tiempo cura todo, pero a mi me pasará hasta que me muera”.
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