Nacionales
Domingo 20 de noviembre de 2011, Costa Rica

Editorial

No hay pólvora inofensiva

Los primeros días de diciembre traen consigo emociones mezcladas que llevan a los ciudadanos a retomar tradiciones y costumbres que han permanecido en el baúl de lo que se saca una vez al año, a veces con alegría, a veces con tristeza.

Con alegría se comienza a preparar la mesa en el marco familiar y la casa para los sabrosos tamales, el árbol, el portal, los regalos y otros distintivos propios de la época.

Dentro de lo triste y que debe llamar a la reflexión y a las acciones preventivas, está el aumento en el índice de menores quemados por efectos de la pólvora que precisamente por la época se convierte en uno de esos juegos prohibidos, adorados por los más pequeños.

Los niños pueden tener acceso a ella sin mayor problema, se reúnen en grupo y, no tienen idea del peligro al que se exponen por su edad, su curiosidad y el deseo de jugar con fuego, literalmente.

Es por eso que para prevenir que lleguen a los hospitales niños heridos y marcados para siempre por la cicatriz de una quemadura, esta semana autoridades del país ministerios de Salud y de Seguridad, se han unido para llamar la atención del comercio, de los padres de familia y de los adultos en general, para mantenerse atentos y responsables, activos en el tema del acceso de los niños a la pólvora, pues la atención y la responsabilidad no son las mejores aliadas de los menores sobre todo los que se encuentran en edad escolar y que son de hecho, los más expuestos a este tipo de accidentes.

Lo que es un juego de luces y la travesura de asustar a un amigo con un triquitraque, puede pasar de un minuto al otro, a convertirse en una tragedia cuyas consecuencias son difíciles de cuantificar en términos económicos, emocionales, familiares y físicos.

Rodolfo Hernández, director del Hospital Nacional de Niños, explicó a este diario que a inicios de este año solo tres menores sufrieron quemaduras provocadas por la pólvora y en el 2010 se registraron solo cinco casos y ninguna muerte.

Cifras alentadoras considerando que en 1998 fueron 38 los pequeños que llegaron muy graves a ese centro médico por quemaduras por pólvora y en el año 2000, la muerte tiñó de tristeza la Nochebuena de varias familias pues tres pequeños fallecieron por lesiones al encender una caja de fósforos cerca de un depósito de explosivos.

El 2003 fue el único año en el que el Hospital de Niños no recibió un solo menor herido con pólvora, pero la alegría duró poco, pues en el 2004 se presentaron cuatro nuevos casos.

A pesar de que la venta de pólvora está regulada o prohibida de acuerdo con lo que la ley permita, no es lo legal lo que evita accidentes sino la conciencia de quienes venden o facilitan pólvora a los niños. Eso es lo que realmente impedirá más menores muertos o quemados en las salas de un hospital en Nochebuena.

No hay pólvora inofensiva, cuando de quemaduras se trata. La falta de conciencia y de responsabilidad al permitirle a un niño que manipule explosivos, es la mejor cómplice para invitar al dolor y a la tragedia a las fiestas navideñas a los días nuevos del año que comienza.

Buena la idea de hacer un frente común para que la sala de quemados de cualquier hospital esté vacía este fin de año. Ahora solo falta, que entre todos, implementemos acciones, prudencia y vigilancia para concretarla.