Heredia.- Un experimentado conductor de ambulancia y cruzrojista falleció ayer, de manera instantánea, al perder el control de la unidad y volcarse junto con los tres pacientes que trasladaba de Siquirres hasta el albergue del INS, en La Uruca, San José.
El accidente se registró a las 8:55 a.m., 200 metros al norte de la cárcel para menores en San Luis de Santo Domingo de Heredia, en el sentido Guápiles - San José.
La víctima fue Ángel de Jesús Benavides Bell, de 53 años, quien laboraba desde hace 19 años como conductor de ambulancia en la sede de la Cruz Roja de Siquirres. Era conocido como “El Viejo”.
Dentro de la ambulancia placa 1149 también viajaban María de los Ángeles Solís Miranda, Rómulo Mejías Flores y Victorino González Montero. Uno de los pacientes fue trasladado en condición grave hasta el hospital Calderón Guardia mientras que los otros dos con lesiones varias.
Según la versión del oficial de tránsito Gerardo Abarca, varios testigos indicaron que el conductor de la ambulancia intentó adelantar a un camión y un carro, pero no lo logró.
El testigo Wálter Porras indicó que la ambulancia no venía con la sirena puesta, por lo que quiso hacer un tercer carril y terminó dando varias vueltas por la velocidad a la que se desplazaba.
Similar criterio externó el mecánico Luis Antonio Chévez, quien comentó que la ambulancia intentó adelantar al camión pero terminó volcada.
“Creo que se vio de frente con otro carro y quiso frenar. Ningún carro colisionó con la ambulancia. El chofer venía rápido y sin sirena; invadió el carril”, comentó Chévez.
Agregó que entre los heridos había dos adultos mayores, uno de los cuales presentaba una profunda herida en la cabeza.
El Tránsito informó que en el sitio se ubicó una huella de frenado de ocho metros, que será analizada para determinar la velocidad a la que se desplazaba la ambulancia.
“Me contagió de la Cruz Roja”
A unos 100 metros de distancia de donde levantaban el cuerpo de su padre, Luis Alberto Benavides –también cruzrojista – comentó ayer que horas antes del accidente el señor le había dicho que trasladaba a unos pacientes.
“Antes de que el entrara al Zurquí, hablamos. Lo recuerdo como un padre excelente. Hemos sido una familia muy unida. Somos tres hermanos y mi mamá. He atendido varios accidentes, pero nunca se imagina que le va a tocar a uno”, afirmó Benavides.
Recordó que años atrás su padre había sufrido un pequeño accidente, pero nada grave. Se enteró del percance en el momento en que iba saliendo de trabajar.
“Mi padre me contagió el gusto de entrar a la Cruz Roja. Me dijo que era bonito ayudar a las personas y que aparte de eso le pagaban. La gente le agradece. Desde ese día, ya tengo 11 años como permanente en el cómite de Cariari”, dijo mientras era consolado.
Una de las tradiciones de padre e hijo era que cada día que este cumplía años, lo felicitaba por la frecuencia de Cruz Roja.
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