Un enorme lazo negro a la entrada del lago donde semanas atrás jugaban y divertían a los visitantes es una muestra de que el dolor por la muerte de “Pocho”, el cocodrilo, es profundo.
Gilberto “Chito” Shedden, quien mantuvo una estrecha interacción y amistad con uno de los animales silvestres más temidos, está sumido en una profunda depresión por la pérdida.
Tras 21 años de relación y de efectuar con el reptil sorprendentes y peligrosos espectáculos, “Chito” llora no a su mascota, sino “a su mejor amigo”.
“Chito” despide a su amigo “Pocho”: una amistad que superó los límites de la naturaleza, decía la camiseta que vestía el jueves.
En el centro turístico Las Tilapias, en Siquirres (sitio donde realizaba los shows el “Tarzán tico”, como es conocido alrededor del mundo) se respira tristeza.
“Chito”, de 54 años, encontró a “Pocho”, un cocodrilo de 60 años, 450 kilos y cinco metros, herido de un balazo en el río Parismina, hace más de dos décadas.
El animal murió el 10 de octubre por causas naturales. El deceso está en estudio. En diciembre ambos hubieran alcanzado los mil shows momento en que lo liberaría.
Su historia recorrió los lugares más insospechados.
Futuro incierto
Aunque días después de la muerte del cocodrilo “Chito” dijo que domesticaría otro reptil, afirmó que no sabe qué hacer. Incluso piensa alejarse por completo del mundo de los animales.
“El cocodrilo se murió ya salí de eso y no quiero tener nada más con animales. La gente no sabe lo que yo pasé con ese bicho. Fueron 21 años de puro amor; no lo he superado. Quiero estar tranquilo porque me duele mucho”, dijo.
Shedden también manifestó que disecaría a su amigo para tenerlo con él en la finca, pero tampoco está seguro de eso.
“Yo sigo pescando. Tengo turistas que atender. Soy cantante, mecánico, guía de aves, siembro árboles... hago de todo. El lagarto era solo parte de mi vida. Tengo mucho que hacer”, afirmó.
Cocodrilo con daños
“Chito” metía su cabeza entre las fauces del cocodrilo; se acostaba sobre él. Este le daba la pata y cerraba un ojo, entre otros trucos. Pero, ¿ por qué nunca lo atacó?
Álvaro Herrera, biólogo del Instituto Nacional de Biodiversidad (INBio), explicó que los reptiles atacan o se defienden por instinto y que por el cerebro tan primitivo que tienen, es casi imposible que los domestiquen.
Para Herrera, este cocodrilo tenía algún daño que afectó su comportamiento habitual, lo que a la postre facilitó su interacción con los seres humanos.
“Como biólogo, pienso que algo tenía el animal que no reaccionó bajo su instinto. Un balazo en la cabeza pudo cambiarle el comportamiento”, aseveró.
El experto recalcó que un reptil nunca podrá tener una relación de tipo afectivo con un humano. Por ello lanzó una advertencia a las personas para no repitan peligrosos actos como los que hacía el famoso “Chito”.
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