Domingo 4 de septiembre de 2011, San José, Costa Rica

Atraparayos

Roy Sullivan

Por Patricia Recio

arecio@aldia.co.cr

Ser atrapado por un rayo es considerado una accidente fatal. Que un rayo le caiga dos veces en la vida a una persona es prácticamente imposible, pero si la historia se repite en siete ocasiones es algo insólito.

Esa fue la historia de Roy Sullivan, un guardaparques de Virginia Estados Unidos a quien inexplicablemente, los rayos parecían buscarlo.

La primera experiencia ocurrió cuando apenas tenía ocho años y una tarde, cuando ayudaba a su padre en el campo, se desató una fuerte tormenta eléctrica. En esa ocasión el rayo impactó la hoz con la que su padre laboraba junto a él.

A los 30 años fue la primera experiencia directa, mientras trabajaba como guardabosques en el Parque Nacional de Shenandoah. Entonces Roy se refugió de la terrible tormenta en la torre de vigilancia, pero no fue buena idea, pues un rayo le cayó en el dedo gordo del pie.

En julio de 1969, cuando tenía 57 años pasó algo más sorprendente todavía: un rayo entró por la ventana de su camioneta y lo impactó mientras conducía. Allí perdió sus pestañas, sus cejas y el cabello.

Un año después fue azotado nuevamente por otro fenómeno de estos, esta vez entró por la puerta de su casa y dos años después otro entró por la ventana de la oficina de guardaparques y le chamuscó de nuevo el cabello.

Al año siguiente cuando aún no le había crecido de nuevo, otro rayo lo alcanzó mientras conducía y volvió a quemarle la cabellera, ya para ese entonces andaba preparado y pudo apagar el fuego con el agua de una cantimplora.

Otra vez se encontraba paseando junto a su esposa en el campo y al ver que empezaba una tormenta, empezó a correr para librar a su mujer y el rayo lo impactó en un tobillo.

El incidente más grave ocurrió en 1977, cuando un rayó le cayó mientras pescaba en un lago. Esta vez fue hospitalizado con serias quemaduras.

Pero irónicamente Roy no murió fulminado por un rayo. El hombre se suicidó debido a una terrible depresión, pues nadie quería estar cerca de él, ni siquiera su esposa.