Si por el fiasco en una sola obra se pudiera medir a una administración, el repello de la platina en el puente sobre el río Virilla, en la autopista general Cañas, marcaría a la presente y ya saben ustedes por qué.
Ni siquiera pudieron supervisar y llevar a buen recaudo una obra de reparación parcial en un puente de altísimo tráfico vehicular nacional e internacional y empezamos el nuevo año con grietas alarmantes en la estructura.
La platina se ha convertido en la “bestia negra” de la gestión de la obra pública, área en la que el país retrocede vertiginosamente.
Panamá, por el contrario, y para llenarnos de sonrojo, avanza veloz en la modernización de su infraestructura. La red vial urbana y regional es un modelo; construyen un súper metro capitalino y en las últimas horas anunciaron la finalización de una primera etapa de megadesarrollo del aeropuerto de Tocumen.
Todo un desafío de año nuevo en cuanto a la gestión de gobiernos como el nuestro.
Este país merece mejor suerte de esa por la que transita hoy.
Si crece la pobreza y el desempleo, si se cede a ritmo galopante en competitividad, si la inseguridad acecha, pues poco halagüeño pinta el panorama.
El propio Gobierno, hundido en el descrédito público, apunta hacia un complejo 2012 si no logra pasa la reforma fiscal, su única iniciativa de peso a la vista, en la que anda de mancuerna con el PAC.
Tras dos años de gestión, los logros de la administración se evaporan a los ojos de la opinión pública, que solo ve respuestas de “apagafuegos”, un día y otro, por aquí y por allá.
El cierre del 2011 fue ejemplo palmario: inestabilidad en la CCSS, rifirrafes con arroceros, gasolineros y motociclistas, como parte del paisaje cotidiano, con la peor parte encima de los ciudadanos y de los usuarios de servicios públicos.
Deseamos muy feliz año nuevo al país. Pero lo planteamos con ese dejo de inquietud ante el panorama presente.
El Gobierno debe enderezar su brújula; retomar una senda de normal gestión y de particular mejoría en la relación con el Poder Legislativo.
También se necesita que otras fuerzas cedan en sus intereses y antepongan el bienestar público.
Algunos dirigentes sindicales andan muy interesados en hundir al país en competitividad y en colocarlo por debajo de niveles de naciones como Nicaragua.
Y el sector empresarial, ese otro gran protagonista de nuestra realidad, debe poner de su parte ante la acuciante realidad de estos tiempos, no solo desgastarse en torpedear una reforma fiscal.
Sin duda, se viene un año de desafío para muchos actores en nuestra sociedad, empezando por reparar, de una vez por todas, un vergonzoso hueco en la vía pública.
Más de 100 fallas sísmicas cubren Costa Rica
Ticos alistan maletas para viajar a Estados Unidos