Nacionales
Domingo 8 de enero de 2012, Costa Rica

Escritores exaltan herencia de Carmen Naranjo, fallecida esta semana

Carmen significa poesía

Hugo Solano

hsolano@aldia.co.cr

“Carmen tiene un nombre que corresponde a una voz latina y que precisamente significa poesía...”.

Así lo dijo la máster en Literatura Ivonne Robles en un acta del 2006, en la que el Consejo de la Universidad de Costa Rica le confirió el doctorado Honoris Causa a Carmen Naranjo, escritora nacional que falleció el miércoles.

“Ella (Naranjo) tomó la estafeta de la cantera literaria femenina de Costa Rica que magnificaron Carmen Lyra y Yolanda Oreamuno”, dice la contraportada de su libro “Los perros no ladraron”, novela con la que ganó el premio Aquileo Echeverría, en 1986.

En su lecho de enferma, la escritora de cuentos, novelas, ensayos y artículos periodísticos, se quedó como dormida la mañana del 4 de enero. En el despuntar del nuevo año, su partida estremeció el ámbito cultural.

Se fue oyendo las canciones de Martín Valverde y aunque se declaraba no creyente, era devota de la Virgen de Los Ángeles, como buena cartaginesa. Esa provincia la vio nacer el 30 de enero de 1928.

Espíritu bienhechor

“Quisiera convertirme al morir en un espíritu bienhechor” dijo esta hija de padre español y madre tica a Elizabeth Hernández, su cuidadora. Estuvo con ella los últimos cuatro meses.

En su finca “Olo”, en Tambor de Alajuela, donde se inspiró para escribir más de 40 libros, quedaron “Gracia” y “Belleza”, perras que le acompañaron en los últimos años.

“Estaba lúcida, caminaba por sí misma y le leían todos los días literatura, así como los periódicos”, dijeron allegados.

Le gustaba estar al tanto del acontecer del país al que sirvió desde trincheras tan diferentes como el Ministerio de Cultura Juventud y Deportes, la Caja Costarricense del Seguro Social y el ICE.

La Navidad pasada hizo tamales y le llevaron serenata con un mariachi. Disfrutó mucho y pidió que le cantaran “Cielito lindo”, dijo su cuidadora.

“En lo personal fue un gran orgullo haberla conocido y haberla cuidado. Si tuviera que volverlo a hacer, lo haría”, acotó en una conversación sostenida en la vela, mientras al fondo el guitarrista Manfred Ramírez entonaba las notas de la canción “Gracias a la vida”, de Violeta Parra y que hiciera popular Mercedes Sosa.

Ella pidió no ir a los hospitales. Murió en su finca. De hecho, una de sus obras se llama “En Olo, la lluvia sabe, ve, huele, oye y toca”.

Virginia Borloz Soto, profesora de Lenguas Modernas, dijo que Carmen Naranjo era una metáfora viviente.

Quince Duncan, escritor limonense, recordó que Naranjo fue la fundadora de la novela urbana. A partir de ella y de su novela “Los perros no ladraron”, ya nadie escribe como en los años 40. Fue la primera en demostrar el desencanto de la sociedad costarricense con el sistema político.

Aún en sus últimas días decía: “Vendimos hasta la lluvia”, lamentando la crisis de la Caja y de otras instituciones. “¡Qué horror!”, era la expresión que usaba al enterarse de tantos cambios.

Parte de su obra


Libro

Año

Canción de la ternura

1964

Los perros no ladraron

1966

Camino al mediodía

1968

Memorias de un hombre palabra

1968

Hoy es un largo día

1972

Mi guerrilla

1977

Ondina

1983

Ventanas y asombros

1990

Los girasoles perdidos

2003