Hugo Leiva Vargas, de 19 años, tiene debajo de su cama un maletín con algunas de sus principales pertenencias, como si se preparara para un viaje de emergencia.
Duerme con la ropa puesta y deja las puertas entreabiertas porque teme verse obligado a salir corriendo en cualquier momento para ponerse a salvo.
Este campesino, vecino de Tobosi de El Guarco, en la provincia de Cartago, dice no tener miedo, pero desde mediados de diciembre pasado es muy cauteloso.
“La tierra está temblando cada vez más feo y de noche es peor. Mi casa se ha querido caer y ya no duermo como antes. La cosa está cada vez más fea”, afirma mientras intenta tranquilizar la yegua que monta camino a su trabajo.
Son las 10 a.m. del miércoles 4 de enero y de acuerdo con registros del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori) y la Red Sismológica Nacional (RSN), desde el 21 de diciembre anterior ya suman más de 70 los temblores percibidos en esta localidad cartaginesa.
Se trata de movimientos telúricos de hasta 3,6 grados en la escala de Richter que se producen a poca profundidad, entre los 10 y 15 kilómetros, en la falla de Agua Caliente. Esa fractura desató el terremoto de 1910 en Cartago.
“Mi casa se ha querido caer varias veces. Tengo miedo”, exclama José Luis González, quien se gana la vida cultivando culantro y remolachas.
Aunque las autoridades no han reportado daños en viviendas o puentes, la posibilidad de un temblor mucho más fuerte, incluso de un terremoto de hasta 6,5 grados en la escala de Richter, no puede ser descartada.
“La gente debe recordar que vivimos en un país sísmico. En Tobosi tenemos varias fallas activas y seguirán generando sismos más fuertes. Hay que tomar las precauciones del caso”, dice Juan Segura, director del Ovsicori.
Su posición también es respaldada por el Laboratorio de Ingeniería Sísmica (LIS) de la Universidad de Costa Rica (UCR), que advirtió sobre el potencial sísmico en Tobosi, semanas atrás.
“Las fuerzas sísmicas podrían estar actuando sobre una zona muy fracturada que libera la energía en multitud de sismos pequeños. Esto no significa que no pueda ocurrir un sismo importante en la zona”, señaló el LIS.
Las autoridades de la Comisión Nacional de Emergencia (CNE) y expertos han tomado con mucha seriedad esta situación. De hecho, la tarde del miércoles anterior científicos del Ovsicori visitaron la zona para explicar a vecinos acerca del fenómeno. Les recordaron de la necesidad de mantenerse alertas y establecer rutas de escape en sus casas para cualquier eventualidad.
Fallas por todo lado
Estudios recientes hechos por científicos de la UCR, entre ellos Wálter Montero, Percy Denyer y Guillermo E. Alvarado, determinaron la existencia de más de 100 fallas sísmicas a lo largo y ancho del territorio nacional.
“Muchas comunidades están asentadas encima de las fallas o muy cerca de ellas. El problema es el crecimiento urbano. No puede detenerse, pero hay que buscar soluciones para evitar situaciones de alto riesgo”, dice Montero.
Comunidades como Grecia de Alajuela, Santa Bárbara de Heredia, así como los distritos Laguna y Tapezco de Alfaro Ruiz, se encuentran sobre fallas sísmicas. “Una forma de prevenir es mejorar las construcciones, especialmente obras vitales como hospitales o puestos de bomberos para que no se caigan en caso de un terremoto”, exclama Montero.
También hay fallas sísmicas que cruzan cerca de Patarrá de Desamparados, la ciudad de Aserrí, San Antonio de Alajuelita y en los alrededores de San Antonio de Escazú, entre otros sitios de gran desarrollo urbano. También cerca de ciudades como Alajuela, Heredia, incluso San José.
Montero es uno de los tres autores del libro “Atlas Tectónico de Costa Rica”, el cual reune más de 100 fallas activas en todo el país. Esta obra permite a las municipalidades conocer de la situación de sus territorios para planificar adecuadamente su ordenamiento urbano. Pero el experto sabe que hay municipios que no prestan atención.
“Hay mapas de las fallas, pero hay municipalidades que no quieren o no están interesadas en el tema”, se lamenta Montero. Las consecuencias están a la vista. Los terremotos ocurridos en Cartago (1910), Limón (1991) y Cinchona (hoy hace tres años), fueron provocados por fallas tectónicas... y hay más de 100 activas.