Turrialba. - Unas 20 hectáreas de terreno, la mayoría aún boscosa y verde todo el año, en las faldas del volcán Turrialba, encierran secretos milenarios que nadie ha logrado, hasta hoy, desentrañar.
Es como una pintura sin concluir, a la que en los últimos 30 años solo se le aplicaron pequeñas pinceladas de color, sin importar su suerte ni su destino.
El Monumento Nacional Guayabo, uno de los sitios arqueológicos más importantes del país, donde no se han hecho estudios de importancia en muchos años, despertó de nuevo el interés de arqueólogos e investigadores, esta vez de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Por primera vez en décadas, arqueólogos, antropólogos y topógrafos, entre otras disciplinas, así como estudiantes avanzados que luchan por una licenciatura en su especialidad, se han propuesto sacar a la luz los secretos de lo que consideran el más trascendental “centro político administrativo” de la cultura precolombina costarricense.
Con ese propósito iniciaron desde hace varias semanas, diversos estudios en distintos puntos de Guayabo para responder a una diversidad de preguntas aún sin respuesta, pero especialmente una: ¿Cuándo fue construida esta majestuosa ciudad?
El programa incluye varias investigaciones, reúne distintas áreas académicas de la UCR y cuenta con el apoyo del Museo Nacional y del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac).
Esta pujante incursión científica es encabezada por Gerardo Alarcón Zamora, de la Escuela de Antropología de la UCR, quien tiene muy claro que están frente a uno de los retos más grandes en la historia de la arqueología local.
Un gran enigma
Guayabo, descubierto en el año 1.800 y saqueado por huaqueros hasta 1968, cuando Carlos Aguilar, primer arqueólogo que estudió la zona estableció un programa de estudio e investigación sobre el sitio, es todavía un enorme enigma para los expertos.
Según Alarcón, arqueólogo formado en México, donde se especializó y trabajó varios años, entre las tareas a desarrollar está también la delimitación de la aldea, fundamental para determinar dónde iniciar nuevas excavaciones y hasta dónde.
“Aún no sabemos su extensión real, tampoco cuándo fue construida. Estamos frente a nuevos estudios de gran rigurosidad científica”, comentó el experto.
Lo que está muy claro, añadió, es que se trata de un centro de control político y administrativo que albergó un importante cacicazgo. Tuvo no solo gran poder, sino el apoyo de hombres y mujeres dotados de una especial inteligencia.
“Fue construido al pie de una ladera quebradiza, de alto riesgo, que controlaron con terrazas, evitando así deslizamientos. Además, construyeron acueductos y un sistema hidráulico. Tenían conocimientos de ingeniería civil, de física, de geología...”, añadió.
Está claro que Guayabo es mucho más que un área de montículos y caminos de piedra. El acueducto, cuya base principal aún no ha sido excavada, todavía reta por su complejidad a la ingeniería.
“Casi mil años después aún funciona y sorprende”, afirmó la también arqueóloga Mónica Aguilar, quien precisó que los antiguos habitantes incluso resolvieron el problema del agua llovida, abundante en esta zona de Turrialba, creando desniveles con sus precisas calzadas de piedra.
De sus pobladores no existen por ahora informes que permitan identificarlos plenamente. Es evidente que tenían claras las bondades de la tierra, muy fértil por las erupciones, y sacarían provecho con una rica producción agropecuaria.
Pruebas de carbono
La respuesta de cuándo se inició la construcción de Guayabo está a pocas semanas de conocerse. Alarcón y su equipo realizaron días atrás excavaciones en distintos puntos del Monumento Arqueológico y dieron con “material orgánico carbonizado”, cuyas muestras enviaron a un laboratorio en Estados Unidos, resultados que se darán en 15 días.
Es un hecho que sus primeros habitantes abrieron un espacio en medio de la montaña; con un volcán Turrialba probablemente en impresionante actividad fumarólica (como hoy en día) para darle fuego y construir la ciudad.
Su principal secreto quedará al descubierto para regocijo de un grupo de universitarios que decidieron unir esfuerzos para salvar el principal monumento arqueológico de nuestro país.
Abren toda la semana
De lunes a domingo, los 365 días. Así funciona el Monumento Guayabo, en el cantón de Turrialba, para beneficio de sus visitantes.
Son recibidos por miembros de la Asociación de Desarrollo Ecoturístico (U-Suré), jóvenes de la zona capacitados en temas de arqueología y otros tópicos que transmiten durante “recorridos guiados”.
Los precios varían de acuerdo con la cantidad de personas que conformen los grupos, pero van desde los $15 por tres personas hasta $35 por grupos 10 a 20 turistas extranjeros.
En caso de nacionales, cobran de ¢5.000 por grupos de tres hasta ¢12 mil para de 10 a 20 personas. Pueden coordinar con U-Suré a los teléfonos 2559-0117 ó al 8798-8669.
Viven sus últimos días en medio de limosnas
Lluvia retrasa paso por puentes