Nacionales
Domingo 18 de marzo de 2012, Costa Rica

Editorial

Cuando pasa la carroza

Las victorias saben dulces, las bienvenidas son alegres, los discursos suenan bien, los aplausos son más calurosos que nunca, las promesas vienen y van, los bienintencionados y los oportunistas se funden en un abrazo. A todos se nos alegra el alma. La carroza del triunfo se llena más que el autobús de la Periférica en hora pico.

Los festejos son gratos. Pero se terminan.

No se vale, una vez pasada la temporada de fotos y abrazos, olvidarse de lo prometido. Nadie imaginó que después de Claudia Poll tendríamos un nuevo campeón mundial. ¡Y mucho menos dos! Nos moriremos sin verlo, pensábamos entonces. Era fácil entonces ofrecer 100 salarios al héroe o la heroína que nos pusiera de nuevo con la piel de gallina, nos provocara un nudo en la garganta, nos aguara los ojos o en el menor de los casos nos dibujara una sonrisa.

Favorecidos con más de lo esperado, con más de lo sembrado como país, debemos ahora ser consecuentes con el espíritu de lo ofrecido. No se vale, ante la aparición inesperada de Hanna Gabriels como campeona y el vertiginoso progreso de Nery Brenes, buscar y rebuscar en la “letra pequeña” (como las cláusulas de esos contratos que deben leerse con lupa, con detalles que casi siempre van en contra del cliente), alguna salida para otorgarles el premio o dárselo solo a uno.

La buena intención de la presidenta, Laura Chinchilla, con el desacierto de llamarle “reactivación” a un premio que por ley nunca ha dejado de existir, no debería tener otro desenlace que el reconocimiento para ambos deportistas.

Quedamos a la espera de que el Gobierno conforme el jurado que determinará el próximo año quién merece premio. La tarea es fácil. ¡¿O no?! Bastan un par de preguntas. ¿Cuántas campeonas mundiales de boxeo hemos tenido? No este año, sino en la historia. ¿Cuántos campeones mundiales de atletismo hemos tenido? No este año, sino en la historia.

Ahora bien, si un jurado debe solucionar la falta de recursos y rebuscar razones técnicas, deportivas o legales para no darle a ambos el premio, mejor se ahorran la molestia. Así no pierden tiempo ni el buen nombre quienes recibirían en sus manos esa -ahora sí- dificilísima tarea. Si tan buena intención llega a convertirse en un esfuerzo de evasión, agradeceríamos más una posición valiente y salomónica del Gobierno. Un “no hay plata”, así a la tica, y les daremos una parte, sería mejor recibido por todos.

Mientras se resuelve el embrollo, el premio tampoco debe convertirse en el tema único alrededor de nuestro deporte. Nery y Hanna, como en su momento las hermanas Poll, son producto de esfuerzos particulares, no el fruto de políticas, proyectos o esfuerzos como país. El apoyo en los últimos tiempos del Comité Olímpico Brenes y otros atletas resulta valioso aunque insuficiente, en una Costa Rica superada por países como Guatemala y El Salvador en inversión para el deporte. El medallero de cualquier disputa regional confirma que algo están haciendo mejor.

Y con todo y lo que dejamos de hacer, el deporte nos ha permitido varios festejos. Las caravanas son emotivas, los abrazos oportunos (y oportunistas), las carrozas grandes, pero una vez que llegan a la Fuente de la Hispanidad, llega la disyuntiva: ¿y ahora qué? ¿Nos sentamos a esperar el próximo campeón mundial?