Antonio Alfaro
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Londres. - En Pavas, en una escondida bodega en la que entrena Heiner Oviedo, cinco palabras sobre la pared recuerdan las virtudes básicas de todo taekwondista: Honor. Cortesía. Paciencia. Coraje. Autocontrol.

De todas ellas, Heiner dice identificarse más con el coraje y justo ahora necesita de él, para asimilar una derrota 5-2, después de haber ido ganando 1-0 a 50 segundos del final sobre el ruso Alexey Denisenko, quien sería el medallista de bronce.

50 segundos… en taekwondo es aún mucho tiempo, comparable con 15 minutos en un partido de fútbol, aunque con mayores posibilidades de puntuar en el taekwondo. Es mucho tiempo, si una sola patada es suficiente para otorgar desde uno hasta cuatro puntos.

Heiner, sin embargo, había contrarrestado bien los ataques de su rival durante cinco minutos de combate. Esa larga patada de Denisenko, destinada a la cabeza de sus oponentes, con la que tanto daño hace gracias a su 1,80 m. de estatura, no estaba dando resultados con el tico.

“Con nosotros se vio mal”, comenta el técnico de Heiner, Manfred Benavides. “Él se estaba desesperando”, añade, orgulloso de una estrategia defensiva, con apuesta por el contraataque.

Se habían propuesto llevar la pelea al límite, ojalá empatada 0 a 0 hasta el último de los tres rounds. Habían planeado provocar la ansiedad de su oponente, acostumbrado a puntuar pronto, sobre todo con su larga patada cuando el contrario arremete. “Llevé el combate bien”, señala Heiner.

Quizás debió ser más agresivo en algunos momentos, según reconocen él y su técnico. “Aunque si se entregaba y se iba encima, podía quedar muy expuesto a esa patada en la cabeza (que suele otorgar tres puntos de una vez)”, justifica Benavides.

La defensa casi perfecta de Heiner, no le alcanzó en el cierre del combate.

El ruso, lanzado con todo a la ofensiva, igualó a 49 segundos del final y se fue arriba cuando restaban 29. Heiner igualó 2-2 a falta de 15 segundos gracias a dos penalizaciones recibidas por parte de su contricante.

El empate, con el final encima, pareció meter al tico en ansiedad por ganar la pelea, pero fue su oponente quien logró puntuar con dos patadas al tronco que Heiner dice no haber ni siquiera sentido. El sistema electrónico del peto no dijo lo mismo.

“Tengo que ver el vídeo”, expresaba Heiner, visiblemente desanimado. “Yo vine a ganar y dejé el corazón ahí adentro”, añadió.

Su esperanza de seguir en Londres se extendió cinco horas más. Si el ruso llegaba a la final, Oviedo tendría el derecho de un repechaje por la medalle de bronce, pero Denisenko se quedó a un paso, en semifinales.

Ahora, Heiner tendrá que esperar su oportunidad de revancha. Paciencia. Otra virtud del taekwondista.