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Jueves 4 de agosto de 2011, San José, Costa Rica
Pasión por el deporte

Opinión

El hotel de los sustos en Manizales

Esteban Cuvardic

Al Día

ecuvardic@aldia.co.cr

Hoy nos despedimos del hotel Escorial, en Manizales, donde Herbert Arley, fotógrafo de Al Día, Arnoldo Rivera, periodista de La Nación, y un servidor, estuvimos los últimos nueve días, cubriendo el Mundial Juvenil de fútbol.

Hoy partimos para Pereira, donde el sábado la “Sele” jugará ante Ecuador, en el último partido de la primera fase.

Adiós a Manizales, una acogedora ciudad.

Y adiós al hotel Escorial, el mismo donde tuvimos algunas experiencias simpáticas.

Por ejemplo, en el área de lavandería me lavaron muy bien un pantalón negro, junto con el resto de la ropa sucia acumulada, pero en el área de planchado me quemaron una parte de ese pantalón y quedó inservible.

Menos mal que el hotel me reintegró el 60% del valor de la prenda.

También recuerdo cuando me quedé encerrado diez minutos en uno de los ascensores, el cual se quedó atorado, junto a la madre del delantero tico Minor Escoe, y de los padres de Bryan Vega, otro atacante de la Tricolor.

En realidad no fue culpa del ascensor, sino nuestra, porque la capacidad máxima era de cinco personas, y nos subimos seis. Y no éramos precisamente delgados todos.

Durante los primeros días en el hotel, cuando ya era de noche, daba miedo pasar por el pasillo que conducía hasta nuestra habitación, la 412.

El pasillo estaba totalmente oscuro, y en cualquier momento tenía el temor de que apareciera alguno de los protagonistas de películas como Halloween o Viernes 13. Pues sí, al administrador poco le importaba que el pasillo estuviera a oscuras, hasta que finalmente nos quejamos y por fin lo iluminaron.

Además, durábamos al menos quince minutos para encender el televisor; el cable que lo conectaba era travieso e incómodo como él solo.