Residencia del sospechoso en Alajuela

Otto Vargas My Luis Miguel Herrera

ovargas@nacion.com

Alejandro Jiménez González preparó de antemano su escape.

Cuando los agentes del OIJ ingresaron a su mansión –la casa más suntuosa del residencial Altos de Montenegro, en Guadalupe de Alajuela– encontraron evidencias de que el inmueble estaba en proceso de ser desocupado.

Los investigadores no hallaron dinero ni joyas. Aún así, Jiménez dejó suficientes bienes como para dar una idea clara a las autoridades del elevado nivel de vida de este hombre “de oficio desconocido”, según la Fiscalía.

La vivienda, valorada en unos $2 millones y por la que en apariencia se pagó de contado –el inmueble no está hipotecado y se canceló sin intervención de bancos–, figura en la sociedad anónima de uno de los parientes buscados por el OIJ.

“No existe, en este caso, una fuente de recursos lícitos para explicar una inversión de más de ¢1.000 millones en la compra de bienes. Esta persona (Jiménez) no tenía recursos para algo así”, destacó el Fiscal Subrogante, Guillermo Hernández.

Vida de millonario

Para la construcción se emplearon maderas finas. La vivienda es rica en acabados.

Tiene ocho dormitorios, cada uno equipado con una sala y televisores de pantalla plana.

La cocina tiene un mueble tipo isla –que incluye una cocina empotrada y desayunador– valorado en ¢50 millones.

La mansión cuenta, además, con un gimnasio equipado con cuatro pantallas planas de 30 pulgadas; “una en cada esquina”, de acuerdo con un agente del OIJ.

Todo el menaje es nuevo... y muy caro. La piscina mide unos 12 metros de largo y tiene una forma de ameba. Para llegar hasta ella hay que recorrer un largo pasillo.

A los vecinos les llamaba la atención la constante presencia de vehículos de lujo, como el Range Rover de ¢46 millones. La cochera tiene espacio para cuatro vehículos, pero además, cuenta con un pasillo externo con cupo para al menos tres carros más.

Rejas de hierro forjado resguardan el inmueble.