De hoy

Álvaro Sáenz Zúñiga, presbítero

asaenz@liturgo.org

Hoy, coincidiendo gratamente con la clausura de la Jornada Mundial de la Juventud, meditamos el pasaje de la fiesta de los apóstoles Pedro y Pablo.

Jesús indaga si se comprende su obra: “¿qué dice la gente del hijo del hombre?”. Las respuestas son intentos de interpretación. Jesús es visto como figura radical: Juan Bautista, Elías, Jeremías u otro profeta. Y los íntimos, ¿qué piensan? “Tú eres el mesías”, responde el primero de los apóstoles que ya madura en su fe. Pero San Mateo nos lleva más allá de esta declaración.

Nos dice que la respuesta de Simón logró respuesta de Jesús: “Tú eres Pedro”, roca espontánea e improvisada (petrós), y pasarás a piedra trabajada y pulida (petram), como cimiento de un edificio espiritual. Simón reconoció a Cristo y Cristo le hace cabeza de la Iglesia. Y el apóstol caminará para siempre con la Iglesia, en sus sucesores, hacia el Padre del cielo.

Percibamos la estrecha relación que se da entre Jesús y Pedro. Empezó junto al lago. Pedro dijo “apártate de mí porque soy pecador”, y el Señor replicó: “te haré pescador de hombres”. Empezaron juntos y juntos terminarán en una relación que no será afectada ni siquiera por las tormentosas inestabilidades del apóstol, ni por la muerte de Cristo.

El apóstol cumplirá su misión cada vez mejor, más unido a Cristo, asumiendo la voluntad de Dios.

Pero Pedro morirá, crucificado como Cristo. Sus sucesores en el pastoreo continúan resistiendo sobre sus hombros el peso de la Iglesia. Hoy la calidez de la predicación de Benedicto en España ha sido respondida con amor por los seguidores de Cristo. Aunque

también por el rechazo de algunos que sustituyen los azotes por ofensas.

Pero la Iglesia no está para condenar a nadie. Por ello urge nuestro testimonio y apertura de corazón para con todos los que hoy están lejos, para que puedan acercarse y vivir con nosotros intensamente la fecundidad de Cristo.