Periodista
Yo no pido que los niños del mundo tengan un juguete en Navidad, pues esta es una fecha maravillosa o simplemente especial según la cultura que la observe y porque un juguete no cura las heridas del hambre, del miedo, del maltrato, del abuso, de la ignorancia, de la exclusión, de la enfermedad, señales todas a las que cualquier pequeño debería estar protegido. El regazo de sus padres responsables debería ser suficiente.
Yo no pido amor en la humanidad a diestra y siniestra, porque si bien es cierto es mucho lo que nos falta, también es verdad que el amor es la resulta de la dignidad, de la justicia, del trabajo honesto, de la humildad y del deseo de dar y darse. Así que más que pedirlo como un OVNI que baja del cielo, deberíamos agenciárnoslo con nuestro propio esfuerzo y entonces sí repartirlo y multiplicarlo.
Yo no pido parejas tomadas de la mano cantando “We are the world”, pido gente que se quiera y se respete, y no se agreda ni se haga daño.
Yo no pido ancianos bailando con mariachis que nos den la ilusión de sentirnos más buenos. Pido más familiares, hijos y nietos, acompañándolos y comprendiéndolos en una etapa de la vida en que más que preguntas hay certezas y verdades teñidas de experiencia.
Yo no pido, pero quiero que esta fiesta que celebramos hoy, dé para todo el año que casi empieza en un país más seguro, más sensato, más equilibrado y equitativo para todas sus generaciones de habitantes, pues la Navidad comienza hoy y allí donde estos deseos se cumplan, habrá un portalito tibio, refugio de corazones.
