Quisiera hablar siempre de cosas simpáticas que hagan sonreír a todos los que leen esta columna, pero no siempre se puede.
Es el caso de hoy. No puedo escribir nada divertido después de los hechos de violencia de esta semana.
En Pérez Zeledón, dejan que una niña -de apenas 10 años- caminar solita un kilómetro por un camino entre árboles y cañales para tomar un bus que la llevaría a casa de su tía.
La consecuencia, la niña aparece muerta en la montaña.
Respeto profundamente el dolor de esta familia, pero no puedo creer que en estos tiempos un papá o una mamá consideren normal que su hija de 10 años camine sola por un cañal. Es más, ni aunque tuviera 18 años.
No tiene sentido.
Por favor, no dejemos solos a nuestros niños.
Aunque los veamos muy independientes e inteligentes, no los dejemos solos. Aunque estemos cansados y no tengamos ganas de levantarnos para acompañarlos o recogerlos, no los dejemos solos.
Desgraciadamente, nuestra linda Costa Rica ya no es la misma de hace unos años. Lamentablemente, estamos llenos de gente perversa que está esperando un descuido para hacerle daño a nuestros hijos. No les demos oportunidad. Debemos estar alertas, vigilantes, siempre tomando previsiones.
Hoy, más que nunca, la situación exige comunidades más organizadas, barrios vigilantes donde todos nos protejamos y padres celosos al extremo con la seguridad de sus hijos.
Por favor, no le soltemos la manita a nuestros niños.
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