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Domingo 17 de julio de 2011, San José, Costa Rica

Dejó gran legado al arte costarricense

“Negrín” plasmó el Caribe en su lienzo

Angie López Arias

angie.lopez@aldia.co.cr

Limón.-Desde el corredor de aquella casa centenaria, cerca del mercado de Limón, las horas transcurrían lentamente mientras “Negrín” plasmaba en sus lienzos las escenas cotidianas de la provincia que le vio nacer.

En ese antiquísimo lugar germinó la inspiración de Ricardo Rodríguez Córdoba –“Negrín”–, quien armado con pinceles y pedazos de cerámica –en los que mezclaba colores– dio rienda suelta a su imaginación y exquisita habilidad.

Las negras frondosas rayando coco o vendiendo patí, la belleza exuberante de la isla Uvita, caribeños tocando calypso bajo la luz de la luna y el ferrocarril, son solo una pequeña muestra de la infinidad de pinturas de “Negrín” que reflejan la cultura afrocaribeña.

Esas imágenes costumbristas brotaron de ese humilde corredor a embellecer rincones de Alemania, España, Francia, Inglaterra y Estados Unidos.

“Negrín” pintó desde niño, pero a los 20 años lo tomó más en serio. Nació en 1940 y falleció el 5 de julio pasado, a los 71 años, por complicaciones diabéticas.

Era autodidacta, pero se convirtió en maestro del óleo porque compartía los secretos de todo lo que sabían hacer sus manos.

“Fue mi mentor. Vi en él al pintor por excelencia. Podía pintar la isla Uvita con los ojos cerrados”, contó Honorio Cabraca, uno de sus discípulos, mientras pinta un cuadro en el Pasaje Cristal.

Su enorme talento le hizo merecedor de varios galardones que cosechó desde joven. A los 22 años ganó el primer lugar en pintura al óleo en una exposición en la Municipalidad de Limón. Se le declaró hijo predilecto de Limón en 1998 y recibió el Premio Nacional de Cultura Popular en 2001.

Su legado

Su vida no siempre fue colorida, como sus obras. Tuvo momentos difíciles, como la muerte de su única hija con parálisis cerebral o cuando debió abandonar el viejo corredor para vivir en Cerro Mocho de Limón, pues no logró que convirtieran su casa en patrimonio histórico.

Ofelia Durán, de 49 años y esposa de “Negrín” por 30 años, declinó conversar sobre él. Solo recordó ciertos detalles, como que eran siete hijos del matrimonio de Adolfo Rodríguez y María Córdoba, todos ya fallecidos.

Enrique D’Acosta, amigo de la infancia de “Negrín”, así como Hernán Garrón, comprador de sus pinturas, lo recuerdan con cariño y aseguraron que además de la pintura tenía otras pasiones como el futbol, el boxeo y el whisky.

“Como me alegra que escriban sobre él. Fue uno de los mejores pintores de Costa Rica”, expresó D’Acosta. “Murió pobre y en abandono, como muchas otras figuras de Limón”, lamentó.

En Limón, el pueblo asegura no olvidar su legado, aunque el día de su vela y posterior funeral acudieron muy pocas personas. A pesar de su fama y talento, falleció en la pobreza y casi en la soledad. Allí estuvieron su esposa y escasos allegados, agradecidos por llevar en alto el nombre de Limón.