Era apenas un chiquillo de nueve años cuando hacía rápido los mandados que le encomendaban para quedarse en el corredor de “Negrín”,viéndolo pintar. Ese era su deleite.
Honorio Cabraca Acosta, de 49 años y oriundo de Talamanca, recordó el martes anterior, en Limón, como el famoso artista le despertó “el gusanillo” de la pintura al óleo. “Siempre me decía que cualquier cuadro que hiciera tenía que ser mejor que el anterior. Él es el padre de la pintura limonense. Hizo que muchos volvieron sus ojos al arte”, comentó Cabraca.
“Con su muerte se fue uno de los mejores artistas de Costa Rica y el mejor pintor limonense. Ahora en nosotros está que la obra de ‘Negrín’ no muera y que más bien se desarrolle en otros valores”, agregó.
Así como Cabraca, otros pintores recuerdan a “Negrín” como el mejor de los maestros que pudieron tener.