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Domingo 22 de mayo de 2011, San José, Costa Rica

Monteverde celebró muerte de homicida, tras intentar fugarse de La Reforma

Sobrevivientes perdonan a Hurtado

Carlos Láscarez S.

clascarez@aldia.co.cr

Monteverde, Puntarenas.- La muerte de Erlyn Hurtado hace más de una semana, responsable de la masacre en la agencia del Banco Nacional de Monteverde, causó asombro entre los sobrevivientes y también cerró algunas heridas en familiares que perdieron a un ser querido, aquel 8 de marzo del 2005.

El observar las imágenes de la frustrada fuga de La Reforma, ocurrida el 11 de mayo pasado, trasladó a tres sobrevivientes hasta los angustiosos momentos que vivieron gracias a Hurtado.

Éste permaneció 21 horas dentro de la sucursal bancaria, hasta que decidió entregarse, tras ser convencido por negociadores.

El jueves anterior la funcionaria bancaria Nancy Ramírez, el exrehén Álvaro Salazar, la exfuncionaria de Créditos Franciny Prendas y Emilce Miranda (madre de una víctima) recordaron cómo y dónde los tomó la noticia.

Tranquilidad sí, alegría no

Mientras cargaba a su hijo Javier, de dos meses, Franciny, afirmó que al escuchar el nombre del muerto en La Reforma tuvo una serie de sentimientos encontrados, donde destaca el miedo, tristeza y hasta temor.

La razón: Franciny recibió dos disparos (pecho y frente) por parte de Hurtado, durante las horas que la mantuvo secuestrada.

Hoy habita en el barrio San Rafael de Abangares, junto a su esposo y dos hijos, lejos del centro de Santa Elena de Monteverde.

“Sentí como tranquilidad y alivio al enterarme. Hay que pedirle a Dios que lo perdone. Que se encargue Dios de cerrar las heridas. Recuerdo a los compañeros y amistades que murieron ese día”, afirmó Prendas junto a su otro hijo Fabián, de cuatro años.

Agregó que en su mente nunca pensó que se trataba de Erlyn, pero que contrario a otras personas en Monteverde no sintió alegría por el deceso de Hurtado, ya que asegura pudo haber actuado influido por sus hermanos.

“El temor era que volviera y tomara represalias con los que estuvimos ese día. El (Hurtado) cambiaba de personalidad constantemente. El día de la masacre fue agresivo, mientras que el día que me dejó salir estaba tranquilo.

Ella siempre llevará el recuerdo de Hurtado, en especial cuando se observa al espejo, debido a que en su pecho aún conserva una cicatriz, producto del disparo que éste le percutió desde corta distancia, sin razón aparente.

“Me disparó a quemarropa con una pistola 9 milímetros, mientras estaba en el área de fax. De mi memoria borraría ese día y los siguientes seis meses, que fueron difíciles de asimilar, en especial porque una ve las sombras en las noches”, aseguró Prendas.

Rememoró que cada vez que asiste al centro de Santa Elena, es inevitable recordar a su amiga Rosita Marchena, quien era madre de María Celeste, niña que ya tiene 10 años y quien quedó al cuidado de sus abuelos. Los pensamientos regresan a los días en que ambas visitaban tiendas, en especial para buscar zapatos de aguja o de “bruja”, como le decían.

Antorchas y candelas

En minutos, la esquina donde estaba la sucursal del Banco Nacional –hoy sede del Concejo Municipal – fue sitio de concentración de unas 50 personas, que llevaron candelas, fotografías y hasta antorchas como tributo a los amigos y vecinos que fallecieron.

El empresario Emiliano Arguedas explicó que Hurtado sembró mucho dolor y que con su muerte se cerró un ciclo para Monteverde.

“Es irónico que para conseguir paz alguien tuviera que morir. Prácticamente la gente celebró. Se necesitaron de 6 años y 65 días para que hubiera justicia. Hubo personas que amanecieron tras la vigilia” afirmó Arguedas.

Recuerdos que vuelven....

El día del asalto Nancy Ramírez cargaba en su vientre a su hija Catalina de 8 meses, por lo que nunca olvidará las 21 horas que permaneció como rehén.

“Desde ese día escuchar las sirenas significa que algo está pasando. Saber que tenían que ver con ese señor (Hurtado) me devolvió a ese día. Los recuerdos los tenía en un sitio donde uno no pensara tanto. Fue inevitable pensar de nuevo”, comentó mientras abrazaba a sus dos hijas. Agregó que más daño del que le hizo Hurtado no va a tener, por lo que trata de seguir adelante cada día.

“Que haya muerto no me devuelve nada”

Nancy con sus hijas Catalina y Fiorella.
Nancy con sus hijas Catalina y Fiorella.

La funcionaria del Banco Nacional Nancy Ramírez, aseguró el jueves pasado en su casa en Monteverde, que “sólo aferrada a Dios” ha logrado salir adelante.

Afirmó muy segura que se cerró un ciclo de la vida de Hurtado, no así de la de ella.

“Esas 21 horas no las puedo borrar, igual las tengo, en ocasiones lloro y a veces me da miedo. A veces hasta al observar la foto de mi compañera lloro”, manifestó. “Yo lo perdoné a él (Erlyn) hace mucho tiempo. Sé que el rencor en mi corazón y en mi vida no va hacer nada. Me confundió mucho saber que minutos antes mató a varias personas y a mi no me agredió”, afirmó Ramírez.

“Me hizo mucho daño a mí, otras familias y amigos. Sólo con Dios he logrado salir adelante”, comentó.

Ahora centra sus esfuerzos en tratar de sacar adelante a sus hijas Catalina (6 años) y Fiorella (9) junto a su esposo. Catalina nació un mes y cinco días después del horror que vivió dentro de la sucursal. La fecha 8 de marzo nunca la podrá olvidar, ya que ese día celebra su cumpleaños.

Añadió que los primeros años fue muy difícil celebrar cuando había otras personas que lloraban a sus seres.

Madre cerró un capítulo de su vida

Miranda espera reunirse en el cielo con su hijo.
Miranda espera reunirse en el cielo con su hijo.

En Turín de Tilarán, Emilce Miranda Ramírez, de 72 años, observa cada día la fotografía de su hijo Mario Solís, quien cayó abatido por las balas dentro del Banco Nacional de Monteverde.

Recuerda que un pedacito de su corazón se perdió tras su muerte, pero que con el tiempo ha aprendido a salir adelante, en especial cuando piensa que algún día ambos estarán de nuevo juntos. Se enteró de que el homicida de su hijo había muerto por la televisión, mientras permanecía sentada en una silla de su vivienda.

“Sólo le puedo decir que ese día sentí paz. Como que se cerró un capítulo de mi vida. Es curioso, pero el que a hierro mata, a hierro muere”. Comentó que siempre el temor era que Hurtado regresara, a él lo perdonó años atrás, pese al gran dolor y daño que le causó a su familia.

“Marito estuvo en el seminario cinco años. Después llegó y trabajó en una empresa de buses. Ese día andaba haciendo un depósito y allí fue donde lo agarraron”, dijo.