Broma, burla, vileza o distracción. Nadie tiene claros los motivos por los cuales un demente arremete contra varios hospitales de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), poniendo en vilo al personal, a quienes permanecen internados y a los que acuden a consulta, al realizar múltiples alertas falsas de amenaza de bomba.
Esta semana en menos de 12 horas se recibieron unas siete llamadas anónimas, que provocaron la movilización de la Policía ante la posible existencia de explosivos en las instalaciones de distintos centros médicos.
La alerta afectó a los hospitales San Juan de Dios, México, Rafael Ángel Calderón Guardia, todos en San José; al Max Peralta, en Cartago; también a las clínicas de Alajuelita y Marcial Fallas, localizada en Desamparados.
También la Municipalidad de Tibás fue evacuada debido a otra llamada anónima sobre la colocación de explosivos allí, aunque el autor intelectual de esta comunicación bien podría ser un vecino molesto por el colapso vial, una parada de bus que no cuenta con techo o hasta alguno cuya calle está en mal estado.
Una semana digna de un guión de Steven McKay (“Duro de Matar”), los rostros asustados de la gente, la suspensión de cirugías y las visitas a pacientes durante unas horas fueron parte de la movilización que ocasionó la absurda alerta.
Como dijo una señora en un sondeo transmitido en televisión “el hospital es un templo y debe respetarse”.
José Luis Valverde, director de Prensa de la Caja, informó que entre las medidas de seguridad que tomarán están una mayor disponibilidad de guardas en las entradas, regulación de visitas a pacientes y vigilancia electrónica.
Habrá guardas vestidos de civil en los hospitales para hacer revisiones en distintas áreas y advertir de cualquier sospecha a la Policía.
Douglas Montero, director del Hospital México, explicó que dos de las llamadas avisaron sobre la colocación de bombas en el servicio de urgencias y en el parqueo del edificio. El director afirmó que una de esas llamadas provino de un teléfono público ubicado en La Uruca.
Las autoridades dicen que el autor de esas comunicaciones podría ser un empleado de uno de los centros médicos, lo que es peor.
Lo cierto es que ningún acto queda impune, por eso no debería confiarse porque en cualquier momento podría ser detenido.
A esas falsas alertas debe sumarse varios intentos fallidos por incendiar el hospital San Juan de Dios, donde se registraron conatos de incendio y todos intencionales según lograron confirmar las autoridades.
Ojalá que las falsas alertas sobre la colocación de explosivos y los intentos fallidos por incendiar al San Juan de Dios sirvan de alerta para evitar daños materiales y físicos en la Caja, porque ya el Calderón Guardia enfrentó un nefasto episodio con un empleado piromaníaco que por convertirse en héroe acabó con la vida de 19 personas entre pacientes y personal.
La Caja ya acudió a denunciar el caso ante la Policía, pero es igualmente válido pasar revista a las condiciones de sus instalaciones para enfrentar una emergencia, sea un incendio o explosión, también preguntarse qué tan preparado está su personal y cómo orientarán a los pacientes.
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