Sucesos
Domingo 8 de abril de 2012, Costa Rica

Víctimas fueron interceptadas en Alajuelita

A casi 4 años, falta de pruebas impide llegar a asesinos de pareja

Nicolás Aguilar R.

naguilar@nacion.com

La noche del 18 de junio del 2008, un periodista y una profesora de matemáticas se conocieron casualmente, se cayeron bien y decidieron compartir unos tragos en un concurrido bar de El Llano de Alajuelita, San José.

Allí departieron durante varias horas sin sospechar que sería la primera –y al mismo tiempo, la última vez– que se verían las caras y conversarían.

El destino los había marcado con sangre. Ellos se conocieron solo para morir juntos.

Salieron del negocio cerca de la 1 a.m. del 19 de junio para toparse con una violenta muerte: la pareja sería brutalmente asesinada sin razón aparente, de acuerdo con las pesquisas policiales, que aún no arrojan resultados.

A Julio Acuña Agüero, de 34 años, le propinaron tres balazos; todos a quemarropa. Abandonaron su cadáver en un sitio conocido como “El Codo del Diablo”.

Los lugareños llaman de esa forma a una pronunciada curva.

Su amiga Yoselín Rojas Chinchilla, de 24 años, recibió dos balazos en la cara, también desde muy corta distancia. Su cuerpo, desnudo, pero sin otros signos de violencia, fue localizado a las 6 a.m. (del 19 de junio) en el cruce que va de Santa Ana a Escazú.

Casi cuatro años después del doble crimen, la situación no ha cambiado: hay dos muertos que extrañan y lloran sus familiares y unos asesinos sin castigo.

“La ausencia de testigos oculares y evidencia material han dificultado la labor”, ha dicho en varias ocasiones el subdirector del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), Francisco Segura, quien insiste en que el caso, al igual que otros, sigue abierto.

Sin embargo, la Fiscalía solicitó al Juzgado Penal de Hatillo, desde el 6 de setiembre del 2010, desestimar la causa por falta de pruebas. La gestión está fundamentada en una situación vigente: no hay nadie a quien acusar.

Los interceptaron

Las autoridades judiciales creen que los delincuentes, al menos dos sujetos, interceptaron a la pareja cuando caminaba por un sector mal iluminado y solitario. Estaban a unos 500 metros de la casa de la profesora, en El Llano de Alajuelita, San José.

Eran los primeros minutos del 19 de junio y no había nadie que pudiera ayudarlos. El OIJ determinó que al periodista lo mataron en el sitio, a quemarropa.

A la profesora la metieron en un vehículo para llevarla a otro lugar. Su cuerpo apareció en una cuneta de Escazú.

Le robaron algunas joyas. La Policía no sabe qué pudo asustar a los asesinos.

La joven tenía las plantas de los pies limpias, lo que hace pensar a los investigadores que la llevaron hasta ese lugar en brazos.

La mataron con una pistola diferente a la utilizada para matar al periodista Acuña.

Esas dos armas, de ser localizadas, permitirían a los agentes de la sección de Homicidios del OIJ seguir la pista a los asesinos.

La esperanza se apaga

Las posibilidades de que la Policía resuelva el caso se esfuman cada día; es como una vela que se apaga inexorable y lentamente.

Al menos así lo perciben familiares de las víctimas, entre ellas Tania Álvarez, excompañera sentimental de Acuña, con quien procreó un hijo (hoy de 6 años).

“Me cansé de llamar a los del OIJ. Siempre nos dicen que no hay pruebas; que están frente a un caso complicado. Lo que yo quiero es que no se olvide la memoria de Julio. Era un buen hombre y siempre se preocupó por los demás”, afirmó Álvarez.

La joven se han empeñado en consolidar una fundación que llevará el nombre de Kemé (nombre maya que conecta la vida y la muerte) para impulsar obras de bien social y programas culturales para comunidades de escasos recursos, tarea que precisamente promovía el asesinado poeta.

“Ahora soy más consciente de las cosas que pasan en nuestro país y en nuestro mundo. Julio ya no está, pero no olvidaremos su legado ni su memoria”, insiste.

A la madre de la profesora ultimada, Olga Chinchilla, no fue posible localizarla.

En declaraciones que hizo meses atrás a La Nación exclamó: “Estoy decepcionada. No nos han llamado para saber qué pasó con el caso o quiénes pudieron haber participado”.

El caso sigue abierto

El jueves pasado, ante consultas hechas por este diario, el OIJ, por medio de su Oficina de Prensa, insistió que el caso sigue abierto y a la espera de nueva información que pueda surgir en cualquier momento.

Para la Policía, el crimen pudo ser perpetrado por dos asesinos que actualmente descuentan largas penas por otro sonado caso.

El móvil sería la violación, pero las autoridades judiciales no han logrado determinar las razones por las que, en este caso, no lograron su objetivo.

Acuña era director del periódico La Nueva Prensa , dirigido a la comunidad nicaragüense.

También escribió los libros Ontología Menor y Museo de Espejos, publicados en España. Allí realizó estudios gracias a una beca que le concedieron.

Rojas, por su parte, se había graduado una semana antes de la carrera de Matemáticas en la Universidad de Costa Rica (UCR). Daba clases en la Universidad San Marcos.

Eran dos personas de una extraordinaria sensibilidad social y amantes de la paz, según familiares y amigos de las víctimas.

Una pista muy frágil

Aunque las autoridades tuvieron en la mira a varios sospechosos, hasta la semana anterior no habían logrado reunir evidencias para desenmascararlos.

“Los autores pueden estar presos por otros delitos, fuera del país o muertos”, dijo Segura sin descartar que los criminales participaran en otros hechos violentos, especialmente asesinatos y violaciones de mujeres.

El jerarca judicial reconoció que la principal pista que llegaron a tener fue la de dos hombres vinculados con el brutal ataque contra tres empleadas del casino White House, en Escazú, el 28 de octubre del 2008.

Su ‘modus operandi’ era muy similar, pero faltaron las pruebas. Ninguna evidencia los vinculó de forma contundente con el caso.

El 13 de octubre del 2009, el Tribunal de Juicio de San José impuso 193 años de prisión contra el acusado de apellido Mora y 174 años de reclusión contra Mena. Este último fue quien disparó contra las mujeres del casino.

Desde entonces no se han registrado asesinatos de parejas en San José.

Julio Acuña y la profesora de Yoselín Rojas se conocieron una noche, solo para morir juntos. Así lo previó el destino.

1) Noche del 19 de junio del 2008 en El Llano de Alajuelita. Julio Acuña y Yoselín Rojas Chinchilla son presentados por una amiga y deciden compartir en un bar de esa localidad. Allí permanecen hasta medianoche.

2) La pareja sale y camina unos 500 metros hasta un sitio conocido como “El Codo de El Diablo”. Allí se detienen para conversar, aprovechando el buen tiempo y el cielo despejado.

3) Varios hombres, al menos dos, los sorprenden. Matan al periodista y a punta de pistola introducen a la joven en un carro. Se retiran a gran velocidad.

4) Los cadáveres de Julio y Yoselín son localizados la mañana del 20 de junio. El del hombre 350 metros al norte del Mirador San José, en El Llano de Alajuelita. A ella la asesinan y abandonan en el cruce que va de Santa Ana a Escazú.