“Nos cansamos de llamar. Siempre nos dicen lo mismo; que no hay suficientes pruebas para esclarecer el caso; que es muy difícil probar algo”, afirma, con evidente desánimo, Tania Álvarez Chavarría, excónyuge de Acuña.

Según dijo, hace ya muchos meses perdió contacto con los agentes que llevaban el caso.

“Es como cuando hablan de Economía: es un tema complicado, difícil de entender. No tienen nada, ya no tiene sentido llamarlos”, insiste con tristeza en sus ojos.

Álvarez es madre del único hijo del asesinado periodista. “Es idéntico a él. En casa todo está como lo dejó: sus libros, sus cosas. Está presente en muchas cosas; hay una conexión con Julio que no acaba”, exclama la mujer.

Asegura que no le guarda rencor a nadie. Ni siquiera piensa en los asesinos. No hay tiempo para eso. “Nos dijeron que podía tratarse de los mismos homicidas de las muchachas del casino; que era el mismo móvil, pero que no tenían suficientes pruebas para demostrarlo. Julio ya no está”, añade mientras mira a todas partes buscando su “conexión”.

Acepta que difícilmente darán con los criminales, pero confía en que la memoria de Acuña no sea olvidada. “Ahora valoro más las cosas, especialmente las causas justas, el dolor de la gente y las injusticias”, dice.