Osa.- Las ballenas jorobadas se adueñan del Pacífico sur de nuestro país durante varios meses para brindar un espectáculo único en el que muestran su belleza y majestuosidad mientras nadan apacibles junto a sus crías.
Desde julio y hasta octubre, es común observar a estos mamíferos, que pueden pesar 30 toneladas y medir hasta 17 metros de largo, en Bahía Ballena y Drake, en Punta Uvita de Osa, Puntarenas.
Estos cetáceos, que viven hasta 50 años, viajan unos ocho mil kilómetros desde el hemisferio sur hasta nuestras aguas para aparearse y tener a sus crías en aguas más cálidas, tranquilas y poco profundas, detallaron expertos de la Fundación Keto.
Después de este viaje, las ballenas vuelven a migrar al hemisferio sur, para alimentarse pues es una zona más fría y con alta disponibilidad de alimentos.
Otra población de jorobadas que visita nuestro país es la que proviene del hemisferio norte, pero esta lo hace en enero. No solo las ballenas se lucen, también los delfines con sus dinámicos saltos atraen a turistas.
Lucrativo
El avistamiento de ballenas es una actividad lucrativa que deja ganancias a las comunidades cercanas al Parque Nacional Marino Ballena, Osa, pues turistas nacionales y extranjeros viajan a esas playas para hacer tours.
Antonio Quesada, capitán de uno de los tour operadores más experimentados de la zona, indicó que tienen definidos los puntos específicos en donde se pueden observar a las ballenas y delfines como Bajo Negro, la Roca de la Viuda y Piedra Ballena.
Las lanchas, equipadas con radio comunicador y chalecos salvavidas, se adentran varios kilómetros en el mar para buscar a los mamíferos, recorrido durante el cual es posible observar otros atractivos naturales de la zona.
Olger Dobles, guía turístico, comentó que las ballenas jorobadas llegan a unos 15 kilómetros de las costas para evitar la presencia de tiburones y que, por lo general, están bajo el agua a una profundidad de unos 60 metros y es ahí cuando salen a la superficie del mar, en ocasiones, con sus crías a las que enseñan a nadar y evitar el ataque de enemigos.
Priscilla Elizondo, vecina de Turrialba y quien viajó esta semana a Bahía Ballena para disfrutar del espectáculo marino, dijo que los precios de los tour son cómodos y rondan los ¢20 mil para nacionales y $65 a extranjeros. Elizondo visitó la zona junto a un grupo numeroso de familiares, quienes el miércoles estaban ansiosos por observar a las ballenas y delfines.
Comercio se frota las manos con temporada
El comercio en la zona se frota las manos con la época de avistamiento de ballenas y delfines, pues el turismo se multiplica y con ello, las ventas.
A Bahía Ballena, en Punta Uvita, acuden más turistas nacionales que extranjeros, sin embargo, personas de otros países no se resisten a observar el maravilloso espectáculo de las ballenas jorobadas.
Ulises Ramírez, gerente y administrador del Hotel Cristal Ballena, indicó que en los últimos días han tenido un incremento de huéspedes, más aún porque pronto se realizará el Festival de Ballenas, en el que también se efectúan otras actividades recreativas.
Si bien el gancho para los turistas es el avistamiento de ballenas, la zona posee otros atractivos turísticos a los que los tours operadores le sacan el mayor provecho.
En un tour el turista no solo observa a estos mamíferos, también puede hacer snorkeling y visitar sitios como las cavernas, en Ventanas de Osa. El Parque Nacional Marino Ballena está a unas tres horas y media de San José.
Impulsan prácticas de protección
Los tour operadores que laboran en el Parque Nacional Marino Ballena son regidos por el Reglamento para la operación de actividades relacionadas con cetáceos, implementado en el 2005.
Según la Fundación Keto, con este programa los operadores de turismo deben cumplir con ciertos estándares a fin de reducir la contaminación, cuidar los arrecifes y controlar las emisiones de ruido que afectan los sistemas de eco de las ballenas.
De esta manera, las embarcaciones deben viajar a menos de siete kilómetros por hora en presencia de cetáceos, no estar más de 15 minutos cerca de los individuos y alejarse cuando detecten estrés o cambios de comportamiento de los animales.
Todas estas prácticas no solo permiten la protección de los recursos naturales, sino también, ayudan a brindar un servicio seguro para los turistas.
“Como actividad humana genera impactos en la vida marina, de manera que, para que sea una fuente de ingreso sustentable, son fundamentales acciones que mantengan el buen estado de los ecosistemas”, manifestó Carolina Molina, directora ejecutiva de la Fundación Keto.