La antigua terminal obligaba a los turistas a hacer una gran fila bajo el sol del verano... y muchas veces los turistas se desmayaban. En tiempo de lluvias, los viajeros se empapaban.
Cada uno debía cargar su equipaje porque no existían bandas.
Las viejas salas de espera eran incómodas, bochornosas y no había restaurante.
A veces se colocaban toldos, pero no daban a abasto y los pasajeros sufrían por las altas temperaturas.
Desde el jueves, el viejo galerón fue cerrado y la empresa concesionaria tiene seis meses para entregar una propuesta de uso.
Desde hace 36 años, esa propiedad es usada como aeropuerto.
Los vuelos eran muy esporádicos al inicio. Hace 15 años, a esa antigua terminal llegaban dos vuelos los fines de semana.
Turistas locales y algunos que llegaban de Canadá en charters eran los que aprovechaban el campo de aterrizaje, dijo Jorge Fernández, director de Aviación Civil.