Periodista
Dicen por ahí que es difícil que los muy expertos en algo, de pronto inventen o innoven en su campo, porque, seguros de lo que saben y aferrados al conocimiento que se ha ganado con sangre sudor y lágrimas se tiende a descalificar lo que los aficionados o los novatos sugieren para resolver de una forma novedosa un viejo problema.
Sin duda la experiencia es un tesoro que bien administrada, se convierte en el respaldo de muchas decisiones y quehaceres, pero sublimada y revestida de paradigmas, puede ser un muro que nos impide ver más allá o considerar otras posibilidades.
Y esto aplica para todo y por eso poner las cosas en su justa dimensión no solo hará este ratico de la vida más emocionante sino que nos permitirá mezclar las canas con las ganas, entendiendo a la primera como el costo de saber y a la segunda el gusto de lo que aún falta por descubrir.
Es una trampa. Le pone riesgos a ir y venir, nos hace ver cómo otros se tropiezan por donde uno ya pasó y asombrarnos del que se brincó la piedra con gracia de atleta, mientras perdimos horas y horas en intentarlo.
La próxima vez que se sienta una eminencia en algo, ¡olvídelo! y trate de ver su oficio, su pasión, su quehacer, su carrera, su trabajo, con ojos de novato. Será tan emocionante como lanzarse de un paracaídas tan solo con el manual de instrucciones.
Y si hay alguna ocasión en la se siente débil de conocimiento y desnudo ante la ignorancia, ¡alégrese! Será una oportunidad maravillosa para crecer, para renovarse y sobre todo para sentirse más del lado de los valientes titanes que de los mágicos dioses.