Miami, Estados Unidos. - La última ocasión en que Costa Rica adquirió buques para la protección de los mares, el general Tomás Guardia (1877-1882) regía los destinos del país.
Desde aquel entonces, cuando se compraron tres barcos de vapor con fines militares, la defensa de la soberanía marítima (en cuanto a embarcaciones de más de 80 pies, denominadas buques), ha dependido de donaciones estadounidenses
A cinco viejas patrulleras de Vigilancia Marítima (construidas en los 60 y 70), les corresponde defender de la peor amenaza que ha enfrentado el país –el narcotráfico–, casi 580.000 kilómetros de territorio marítimo. A la lucha se suma un puñado de pequeñas embarcaciones.
La presencia de buques de la Marina y del Guardacostas de los Estados Unidos en aguas internacionales ha provocado que las organizaciones narco se acerquen a las costas del Istmo. Allí la lucha es desigual en cuanto a recursos.
Tres de las patrulleras ticas permanecieron varadas entre 8 y 18 años y están en vías de reparación; las otras dos están en servicio.
Mientras tanto, el informe 2011 del Comando Sur sobre desplazamientos sospechosos de embarcaciones da cuenta del intenso tránsito que tiene lugar frente a las costas del Caribe y el Pacífico tico.
“A partir del 2006, la actividad se ha desplazado a Centroamérica. Es impresionante”, detalló Daniel Portilla, de la Fuerza Interagencial de Tareas Conjuntas (JIAFT), Comando Sur de los Estados Unidos.
El año anterior hubo 405 movimientos sospechosos en el Pacífico y 541 en el Caribe.
Pugna por color de barcos.
Entre el 2000 y el 2010, las labores de patrullaje conjunto permitieron a los dos países detener 38 embarcaciones, capturar a 159 personas y decomisar 56.300 kilos de cocaína.
“Como puede verse, el desafío es importante en los litorales. El tráfico de drogas viene acompañado por corrupción y crimen organizado”, advirtió el almirante John W. Smith, subdirector de JIAFT, Comando Sur.
Desde finales del 2010, la Asamblea Legislativa solo ha autorizado el ingreso y atraque en aguas territoriales de barcos del Servicio Nacional de Guardacostas de los Estados Unidos, no así los buques de la Marina.
Si bien las autoridades estadounidenses son cautas al referirse al tema – invocan el respeto soberanía tica–, Juan Tabio, encargado de Estrategia, Planes y Políticas del Comando Sur, consideró como “un tropiezo” las limitaciones para usar el recurso militar.
Tabio habló con periodistas ticos el 10 de enero en la sede del Comando Sur, en Miami.
“Estados Unidos no está tratando que Costa Rica cambie su postura ideológica en cuanto a los militares. Han existido épocas en las que aprueban (los legisladores) cualquier buque.
“En el caso de Costa Rica, siempre está en debate el color del buque; si es blanco (de Guardacostas) o gris (de la Marina)”.
Tabio insistió en que los buques grises asignados a labores de patrullaje conjunto siempre llevan personal de Guardacostas, pues solo ellos están facultados para interceptar naves del narco.
La falta de permisos ha obligado a los buques de la Marina a desviarse a El Salvador o a Panamá para su abastecimiento y eso los aleja de las aguas nacionales de dos a cuatro días.
Robert Appin, subdirector de Asuntos Públicos del Comando, considera que la falta de permisos significa menos recursos contra el narcotráfico. “Si usted tiene un buque y por su color no puede asistir a un país a interceptar una embarcación sospechosa, puede que sea una oportunidad perdida”, comentó.
Desprotección
Carlos Alvarado, director del Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD), explicó que raíz de los atentados del 2011, Estados Unidos llamó a sus guardacostas para proteger sus litorales.
“A partir de entonces, por la escasez lógica de equipo el recurso disponible para el patrullaje en su mayoría proveniente de la Marina. Si no se les permite el atraque, causamos una desprotección.
“Cuando esos barcos vienen aquí a ‘fullear’ (cargar combustible), necesariamente patrullan nuestras costas”, explicó.
Alvarado, quien dirigió Guardacostas de Costa Rica por 10 años y negoció el Tratado de Patrullaje, asegura que durante ese tiempo nunca hubo incidentes con las autoridades estadounidenses. “Nunca desconocieron los términos del tratado o hicieron a un lado nuestra soberanía”, señaló.
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