El año pasado, la municipalidad josefina realizó 12.000 decomisos a vendedores ambulantes.
En total, las autoridades municipales recogieron medio millón de discos falsificados.
Según el director de la Policía Municipal, Marcelo Solano, los principales problemas son la piratería y los productos perecederos, que amenazan la salud.
La situación se volvió tan apremiante que el 50% de la actividad de los 250 policías municipales se dedica a la atención y vigilancia de las ventas ambulantes.
A las autoridades municipales les preocupan los vínculos que tienen algunos de los vendedores con “mafias peligrosas”, que en ocasiones los inducen a vender drogas.
Solano afirmó que los expendios ambulantes dejaron de ser ilícitos en 1998, cuando se eliminó el delito de ventas sin licencia. Desde ese entonces, solo pueden intervenir por obstrucción del tránsito y apropiación del espacio público.
Además, no existen cargos por reincidencia. En todos los casos, los juzgados contravencionales imponen multas que van desde los ¢2.000 hasta ¢15.000.
Desde hace una década, la municipalidad dejó de otorgar los permisos de ventas estacionarias, que iban dirigidos a adultos mayores, y jefas de hogar o familias de escasos recursos con hijos discapacitados. Se estima que en la actualidad quedan unos 300.
Mercados no dan resultados
Para Rafael Arias, encargado de Seguridad Ciudadana, los mercados no son la respuesta, pues ya no hay dinero y muchos comerciantes se quejan de bajas en las ventas al estar fuera de las calles.
El de La Vaca, por ejemplo, dejó de funcionar por este motivo y pronto se convertirá en la sede de la Policía Municipal.
No obstante, las municipalidad invirtió ¢1.000 millones para construir el nuevo mercado de artesanías El Frontón, que albergará a 100 vendedores.
