Nacionales
Domingo 29 de julio de 2012, Costa Rica

Pueblo sobrevive a duras penas sin el ferrocarril

En Peralta se detuvo el tiempo

Nicolás Aguilar R.

naguilar@nacion.com

Había una vez un pueblo de gente amable, feliz y trabajadora junto a la línea del ferrocarril, en el sector más caribeño del cantón de Turrialba.

En este lugar, el distrito número 3, la gente esperaba cada día el tren para ofrecer desde bananos y plátanos hasta maíz, frijoles, chayotes, cajetas de coco y leche, también pan recién horneado, queso, calabazas y gallinas, en medio de un jolgorio de carnaval. Peralta, donde vivían más de 100 familias, todas campesinas, prosperaba al ritmo del ferrocarril y casi desaparece con él...

De la noche a la mañana, las familias vieron esfumarse su principal fuente de ingresos y se vieron forzados a marcharse. Hoy, solo viven unas 20 familias en casas dispersas, algunas abandonadas a merced del implacable tiempo, envejecidas y tristes.

Las pocas personas que permanecen aquí sobreviven casi exclusivamente del queso. Sí, tras años de miseria e incertidumbre, fueron apoyados por la fundación Populorum Progessio, la planta hidroeléctrica Río Lajas y el Ingeniero Claudio Volio Pacheco, para la instalación de una planta procesadora de queso donde actualmente producen más de 600 kilos de ese producto diariamente para dicha de todos.

Peralta se niega a morir, aunque el tren, con su ruidoso pitar y su enjambre de gente siempre alegre, sea desde hace mucho solo un recuerdo.