Nacionales
Domingo 6 de mayo de 2012, Costa Rica

De hoy

El Evangelio

Álvaro Sáenz Zúñiga

Presbítero /asaenz@liturgo.org

Jesús usa hoy una imagen que nos quedó en la memoria. Se trata de una planta, sus ramas y el viñador, suficiente para que el Señor nos explique la urgencia de la comunión.

Jesús se propone como una planta de uvas y propone al Padre como el responsable final de la cosecha, encargado de limpiarla, podarla y de echar al fuego las ramas secas. Nosotros somos las ramas unidas al tronco, es decir, Jesús.

Nos corresponde permanecer unidos al tronco si es que queremos dar fruto. Este es un acto voluntario.

No obstante, aunque la clave sea estar unidos a Jesús, esto no depende solo de nosotros porque también interviene el labrador, el Padre Celestial, que tiene la última palabra y se llevará la gloria por la cosecha.

Jesús es generoso y supone que si alguna rama decidió un día separarse del tronco, Dios podría permitirle reintegrarse, pero dentro de un plazo límite, porque cuando los sarmientos separados de la planta se sequen, serán echados al fuego.

El texto utiliza la palabra “limpiar”. Quizá sería más claro “podar”. Pero Jesús quiere señalar, no solo cosas externas, sino el proceso de purificación y permanencia en Cristo que construye la comunión. Por ello, además de estar siempre unidos a Cristo, nos sometemos al viñador para el tratamiento necesario.

Jesús dice: “Separados de mí no pueden hacer nada”, frase que subraya la trascendencia de la comunión con Él y con la Iglesia, además de nuestro compromiso evangelizador. La Iglesia solo se construye en comunión y, de hecho, la salvación debe verse como acto comunitario que alcanzo solo si vivo la comunión con Cristo y los hermanos.

Trabajemos para la gloria de Dios. Asumamos el comrpomiso de trabajar cada vez, unidos a Cristo, por su obra. Construyamos la unidad y ayudemos a esparcir el reino del Padre que nos anuncia Jesucristo.