Se anuncia para alegría de la zona fronteriza con Panamá, la próxima inauguración del puente bailey sobre el río Sixaola en Limón.
De un lado y del otro, se aviva la expectativa sobre un mayor flujo de visitantes y el consecuente aumento en las ventas del comercio en ambos puntos.
El Sixaola ha sido una frontera natural entre ambos países y, como ocurre en otros puntos del norte o del sur, sus pobladores no se ven ajenos o extraños. Compran, subsisten y conviven como vecinos, más allá del recelo político o geográfico de cada nación. Tanto que, cuando se presenta algún conflicto, las autoridades que llegan a vigilar o a resguardar la zona, se convierten en noticia, pues también es verdad que las regiones fronterizas no son las más atendidas. El pernicioso abandono en Peñas Blancas y Paso Canoas es muestra fehaciente.
Con la entrada en servicio del nuevo puente en Sixaola, algo de lo que más preocupa son las tareas de seguridad y vigilancia.
Dos oficiales de la Fuerza Pública, por turno, son los responsables de vigilar el tránsito vehicular y de personas con los mínimos recursos y, por consiguiente, muy pocas herramientas para detener, alertar, vigilar o impedir el ingreso de indeseables en una región tan vulnerable a la delincuencia y el narcotráfico.
Así lo dejó ver la nota publicada en este diario el 29 de abril pasado.
A pesar de que Migración de Limón estima que con la apertura del nuevo paso, más de 450 personas lo utilizarán a diario, la Fuerza Pública de Bribrí, en Limón, mantienen tan solo dos oficiales en ese importante puesto fronterizo sin siquiera una caseta propia para resguardarse de las inclemencias del tiempo. Los policías deben compartir espacio en el inmueble que ocupan Migración y Aduanas.
¿La razón? La falta de recursos, según lo admite Leandro Chaverri, intendente de Policía designado allí. Agrega que cuando el flujo es mucho existe la posibilidad de aumentar a dos oficiales más, para un total de cuatro policías, para custodiar el paso limítrofe donde solo en el 2010, cerca de 123 mil personas utilizaron esa vía para dirigirse a Panamá, según un informe del BID, sin contar los 2.376 vehículos que transitaron por el viejo paso en ese mismo año.
El viceministro de Seguridad, Celso Gamboa, alega que aunque haya un faltante de policías, la vigilancia en esa zona está bien debido a la alianza que el Ministerio de Seguridad Pública tiene con el Servicio Nacional de Fronteras (Senafrot) de Panamá. El también viceministro de esa cartera, Walter Navarro, apuntó que están a la espera de que se les autoricen más plazas para reforzar el cordón fronterizo norte y sur.
Por ello, la necesidad de mayor seguridad en Sixaola y en otros sensibles puntos fronterizos debe llamar a los jerarcas a una acción mínima de dotar a las autoridades destacadas en esas zonas de los recursos para el desempeño básico de protección y vigilancia territorial.
Es claro que, hoy por hoy, por esas regiones no solo se mueven turistas o comerciantes. Los riesgos de la presencia, amenazas y acciones de delincuentes locales o foráneos son más que evidentes.