Sí, hoy es domingo y ya sé que la famosa frase lapidaria se refiere al viernes.
Para el pobre lunes queda la zozobra del domingo en la noche, la pereza de la madrugada antes de comenzar la semana, los nidos ausentes de huevos porque ni las gallinas ponen, pero hay formas de ver lo mismo de siempre con ojos nuevos y esa fue la lección que recibí esta semana que pasó.
Asistí a una reunión de gente grande, adultos mayores, la mayoría retirados de sus trabajos porque de las labores de la casa, de terminar de criar a los nietos o asumir la vejez con dignidad no hay relevo, todos de cabezas nevadas por el tiempo y hondos surcos en el alma y la piel.
En el saludo inicial, rompieron el silencio con esta frase: “¡Gracias a Dios es lunes! Los jovencillos y los fiesteros hasta que se frotan las manos diciendo ¡Qué dicha que es viernes!, pero nosotros decimos, ¡Qué bien que llegamos al lunes, que estamos vivos, que estamos bien, que nuestra familia está completa, que tenemos salud y sobre todo alegría para comenzar la semana...!”.
Y una vez más entendí que esta sociedad que todo lo desecha, nos ha hecho insensibles a esta gran sabiduría de los más vividos.
¿Cuántas familias no amanecen adoloridas por alguna pena? ¿Cuánta gente hizo planes para esta semana sin saber que la pasada era la última? ¡Cuán osados y arrogantes somos los seres humanos que desafiamos al calendario sintiéndonos inmortales sin agradecer cada bocanada de aire, cada gesto o cada paso!
¡Gracias a Dios mañana es lunes! Para usted, para mí, para todos. A vivir cada retazo de vida, porque la bandida es prestada y tan frágil como quebrar un lápiz.